Así definió mi actuación en la mañana de hoy mi entrenador. Un Domingo de esos que quedarán en el recuerdo. Porque se dió todo: el marco natural, la familia, los amigos y un
ca-rre-rón. Antes que nada, felicitaciones a Pipi, a Maru y a toda la gente que organizó y trabajó en esta carrera, el
Desafío de Invierno, que en poco tiempo será uno de esos clásicos que ningún corredor del país se va a querer perder. ¡Todo estuvo impecable! Y para colmo, se dió la heroica, la que nadie esperaba...
Anoche no pude dormir. El resfrío, la ansiedad, la presión. Di vueltas y vueltas en la cama pensando en la carrera de hoy. Estando despierto sonó el despertador. Y bajé a preparar el desyuno para el Yeti, Luigi y para mi. Desayuno de corredores, con todo. Luego cambiarse, preparar todo y salir. Casi de noche, con hielo. La Quantum de Luigi tuvo que ser empujada y ese fue el primer esfuerzo del día.
Llegamos a Valle Escondido temprano. Claro, tanto el Yeti como yo estábamos ansiosos. Todo se estaba preparando. Saludos, amigos, nervios. En eso se me acerca TMG y me da un consejo de los suyos, claros, precisos: "Calentá los tobillos, movelos, esto va a estar tremendo".
Llegó la hora, todos al Arco de Largada. Nieve por todos lados, frío y corredores notables. Desafiando el Invierno.
Largamos y el Yeti se me escapa. Se adelanta. Lo sigo y noto que correr en nieve es una cosa seria, complicada, nueva. Aumento el ritmo y lo alcanzo. Vamos a la par, pero la nieve y la trepada complican al Yeti y me adelanto. Y empieza mi carrera. A buen ritmo, disfrutando el lugar, que es simplemente espectacular. Digo, esta tierra en la que vivimos. Y corro en la nieve mucho tiempo. Seguido. Volvemos a pasar frente al Club House y comienza la subida. Una subida que no tiene mucha pendiente pero que por momentos se me antoja infinita, como cualquiera de las bibliotecas de Borges. Y empiezo a notar el cansancio de piernas. Caminos, senderos, huellas profundas en nieve honda, bosques, miradores y un aire que congela los pulmones. Y uno ahi, transpirando. Y entonces llego al puesto de hidratación y me encuentro con Gonza. En el punto más alto, en el momento más difícil. Y su cara de sorpresa y orgullo me lo dice todo: "¡Vamos, nene!", me grita, y ahí supe que venía bien. Me envalentono y aprieto el ritmo. Doy la vuelta al "rulo", desciendo, me cruzo nuevamente con mi entrenador que me informa que el Yeti viene tres minutos atrás mío. Y encaro la bajada con ganas. Es ahí cuando me encuentro con mi gran amigo "Cachú" Carrizo, dos veces corredor del Tetra. Hasta entonces venía atrás mío. Y sabiamante me recomineda que recupere piernas en la bajada, que enseguida viene lo bueno. Me propongo seguirle el paso y llegamos nuevamente al Club House, en donde me reciben los gritos de ánimos de Adri, Malena, Lupi, Marcos y Pedro. Toda una alegría. Y Luigi al costado del camino alentando. La Segunda vuelta empieza bien, siguiendo los pasos de Cachú. Lo aguanto hasta que volvemos a pasar por el club house. Pero en cuanto comienza nuevamente la subida se me aleja. Lo mantuve cerca, pero en ese momento las piernas empezaron a gritar. De aire bien, pero las piernas pedían tregua. No paré en ningún momento. Y seguí, y seguí. El puesto de Gonzalo parecía estar en el Aconcagua, no llegaba más. Hasta que apareció. "Lo tenés a cachú a minuto veinte, venís muy bien". Intenté apretar en el rulo pero fue en vano. Haber arrancado tan fuerte me había quemado las piernas. Y opté por resistir a buen paso. Al reencontrarme con Gonza me dice que Cachú se me escapó y que el Yeti venía siete minutos atrás. Sin nadie adelante, sin nadie atrás, comencé el descenso en una apacible soledad. Antes del cañadon un Pipí eufórico me da aliento, pero casi no puedo mantener el paso en la bajada. Alegre, me caigo un par de veces. Solo queda un camino en bajada para disfrutar. Sólo queda unos minutos más para completar los 25k del Desafío de Invierno. Y entonces aparece el Arco de Llegada. Con Male, oli y Adri para darme la medalla...
Además de la familia, un gran amigo y corredor está allí parado para darme un muy significativo abrazo: TMG.
Y ya todo es disfutar...
¡Y llega el Yeti!
Finalmente llega unos diez minutos atrás mio, completando su primer carrera de montaña. ¡Impresionante! Hace dos meses, a partir de la lectura de este blog y de su innato instinto competitivo, empezó a entrenar para venir a correr. Y completó los 25k, en un recorrido completamente cubierto de nieve. Una carrera durísima. Muy linda. En la que NO me pudo ganar. Conociéndolo, no va a parar hasta lograrlo, aunque él lo siga negando...
Satisfechos, agotados, inmensamente felices, sólo quedaba cambiarse y quedarse a aplaudir la entrega de premios. Aunque el partido de Argentina estaba cerca, nos quedamos como señal de respeto a los organizadores y a los corredores que se subirían al podio. Y entonces, lo impensable.
Sí Archi, aunque no lo puedas creer. Vos tampoco, mi querido hermano Quintus. O Botín de Plomo en sus noches más obscuras y pesadas. Al nombrar a los ganadores de mi categoría, en el tercer puesto... ¡ESTABA YO! ¡HICE PODIO! ¡EN LA MARATÓN DE INVIERNO! Créase o no. En esta dura carrera, mi segunda carrera, llegué en tercer lugar. Fue una inmensa alegría ver con las ganas que aplaudían los amigos y mi familia. La cara de emoción de mi entrenador, a quien dedico este podio, porque siempre confió en mí. La satisfacción del severo TMG, que siempre está ahí con un dato preciso. Y el entusiasmo de Ivan Marcoveski, que se subió a mi lado, en el segundo puesto. Sí señores, yo, ni más ni menos, compartiendo podio con un corredor de la talla de Iván. Ni en mis sueños más osados.
¡Final de carrera de película! Pero todos sabemos que esto no termina acá. Esto recién comienza. Próxima parada: EL TETRATLÓN CHAPELCO 2010. Cada vez más cerca...
Broche de oro: Argentina 3 - México 0 en Tijuana Resto Bar con mi entrañable amigo nico.
Yeti, gracias por venir. Gonza gracias por todo. Pipi y Maru, gracias por tan excelente carrera. Archi, gracias por el asado. Luigi, gracias por todo el aguante y el apoyo logístico. Adri, Lupi y los chicos, gracias por estar ahí, acompañando y alentando. Y (como dirían los jugadores de fútbol al recibir el "Chamigo"), gracias a todos lo que confiaron en mi.
¡NO SE PUEDE CREEEEER!
¡PODIO!