viernes, 12 de noviembre de 2010

Mi vida, dos tetras y Giordano Bruno (¿Cambio y fuera?)

Deliberé mucho antes de escribir esta posible última entrada. Por infinitas razones. En primer lugar porque este era un espacio en donde describiría mi entrenamiento para el Tetratlón Chapelco. Y ya lo corrí. Quién quisiera tener noticia sobre lo que significó entrenar durante siete meses para correr esta formidable competencia, pues puede hacer un seguimiento de las entradas antiguas. Ese ciclo se cerró el día que crucé la meta, momento que quizás se sintetice mejor con la clásica imagen de la llegada:








Y allí pudo haber terminado este blog. Y mi carrera de Tetratleta. Después de todo, el desafío era correr el Tetratlón Chapelco. Sin embargo, decidí correr el Tetra de Esquel y seguir escribiendo aqui. Nuevamente por infinitas razones. Y en Esquel sucedió aquel incidente. Y mi vida sufrió un sacudón como nunca antes. Quizás se sintetice este segundo momento con la siguiente imagen:






Desde ese momento, la dimensión de este desafio y su incidencia en mi vida se ha resignificado notablemente. Entonces este blog ya no puede solo hablar de un entrenamiento. Tendría que empezar a tratar, mas profundamente, sobre mi vida. Y es que entrenar para un Tetra, queridos lectores que quizás estén leyendo esto porque tienen ganas de intentarlo, es elegir un estilo de vida. Creo que los que lo corren me acompañarán en esto. Entrenar para un tetra no es lo mismo que jugar una vez por semana al futbol, dos veces por semana al tennis o ir tres veces por semana al gimnasio. Por infinitas razones, pero no es lo mismo. Y uno tiene que aceptar la vida que elige, y hacerse responsable. En este sentido, le hago frente a lo que me sucedió, y estoy tratando de sacar un aprendizaje. Fue pensando en todo esto cuando me acordé de Giordano Bruno, interesante filósofo del siglo XVI, que -hablando de manera muy general- postula que si Dios es Infinito, también debe serlo su obra. Es decir, deberían exisitir infinitos Universos. Así, no es que Dios sabe todo lo que va a ocurrir, sino que conoce todos los Universos posibles. En este Universo, yo corrí el tetra de Chapelco y llegué y corrí el tetra de Esquel y me pegué un palo terrible. Porque en este Universo yo elegí eso. En otro Universo no corro ningún Tetra. En otro, no me mudo a San Martín. En otro no llego a nacer. Y así, existo de alguna manera, con mis decisiones, en infinitos universos paralelos y simultáneos, que se van abriendo a mi conciencia gracias al Libre Albedrío. Experimento sólo uno, pero podría vivir en cualquiera. De mi depende. Así, elija lo que elija, Dios sabe lo que va a suceder porque, repito, siendo infinito, conoce los infinitos universos que ha creado.

¿A dónde voy con todo esto? Pues que lo que suceda de ahora en más seguirá dependiendo de mis decisiones. Desde el momento que comencé a escribir este blog, decidí hacer pública esta parte de mi vida. Es por esto que en estas últimas semanas he escuchado infinitas interpretaciones y opiniones sobre lo que me ha pasado, por qué me ha pasado, y sobre qué debería hacer y cómo. Las acepto, porque es el universo que yo mismo he elegido. Algunos creen que simplemente fue un accidente. Otros que sucedió por algo. Algunos opinan que fui un irresponsable. Otros que no debería haber corrido ningún tetra. He escuchado que lo que sucedió fue porque algo no estaba bien en mi vida. O que sucedió para que me levante y siga por el camino en que venía. Hay quienes opinan que debo volver a correr un tetra. Hay quienes dicen que no tengo que volver a correrlo nunca. Quienes creen que debo seguir escribiendo el Blog. Quienes creen que ya no tiene sentido. La verdad es que la vida consiste en tomar decisiones. Y llevarlas a cabo. Y, como siempre dije, en ser feliz. ¿Qué será de mi vida? Aún no lo sé. ¿Volveré a correr un Tetra? No lo sé. ¿Seguiré escribiendo este blog? Tampoco lo sé. Es este un tiempo de reflexión. Una pausa. Porque lo que tengo que hacer es rehabilitar mi brazo. Lo más grave, por ahora, es que no puedo trabajar. Y en este mundo, sin trabajo, uno está complicado. Pero claro, esto ya sería hablar de mi vida... y de eso no trata este blog.

Todos los universos posibles nos esperan, tan sólo es cuestión de elegir en cual de ellos vivir.

viernes, 8 de octubre de 2010

Parte Médico

La realidad hospitalaria se me hace tan ajena como cualquiera de los universos paralelos que pudieramos imaginar. Estando "institucionalizado" uno se pierde a sí mismo y pasa a formar parte de un sistema cuyas reglas se escapan de nuestras manos. Y nos dejamos llevar. Recuerdo como quien rememora una película las primeras horas que pasé en el Hospital de Esquel. Y algo similar siento cada vez que me sumerjo en el espeso transcurrir del Hospital Italiano. Por suerte estas incursiones están arrojando resultados que permiten tener un panorama un poco más claro de lo que se viene.
Para hablar claro, aunque de manera un tanto imprecisa ya que me niego a utilizar los exasperantes y fríos términos médicos, lo que tengo es lo siguiente:
Lesión del Plexo Braquial. Los resultados de la mielotomografía informan que no se han encontrado imágenes patológicas, lo que, en principio, significaría que no hay ruptura de los nervios a la altura de la médula. Muy buen dato. Habrá que ver, entonces, qué pasos tendremos que seguir para recuperar la movilidad y la sensibilidad en mi brazo derecho, que todavía no logro mover.
Por otro lado, tengo una fractura importante en el maxilar derecho. Ayer me realizaron otra tomografía para observar esta lesión y decidir si hace falta operarme. El martes que viene seguramente lo sabremos.
La dentadura la siento distinta y un par de dientes me duelen. Aún no tengo diagnóstico odontológico, supongo irá de la mano de los resultados del área maxilo facial.
Lo demás son golpes, inflamaciones, moretones y dolores varios. Nada grave, a esta altura.

Extraño, por cierto, salir a correr por la ruta que lleva al Lolog y pedalear por los senderos de la Rosales. Y, sobre todo, los extraños a ustedes, queridos amigos.

A todos, una vez más, gracias.

Alguna vez dije, en este espacio, que la vida te da sorpresas...
¡Menuda sorpresa!

martes, 5 de octubre de 2010

Desde el afecto

Por momentos me siento, les confieso, un personaje de ficción. Todo lo que me rodea se cubre con el desvanecente halo de lo irreal y me dejo llevar por el ensueño. También puede ser que estoy leyendo mucho. Y que el cuerpo me duele constantemente.
Si hoy escribo nuevamente aquí es por una simple cuestión de cariño. Alrededor de este espacio nos hemos encontrado un pequeño grupo de personas que, reconozcámoslo, definitivamente nos queremos. Y de todo esto que me ha pasado rescato, sobre todas las cosas, el afecto. Me he sentido seguro en todo momento. Nunca tuve miedo, no me sentí solo, no me preocupé por el presente ni por el futuro. Porque están ustedes ahí, mis seres queridos. ¡Y cuántos somos!¡Y qué fácil que es querer!
Por otra parte, ayer retomé el entrenamiento. Y como ésta es una bitácora de entrenamiento, pues se me ocurrió que debía escribirlo. Fue en un cuarto un tanto cerrado. Mi compañera, una meritoria señora de unos setenta años, iba y venía por barras paralelas. Gracias al arte de las poleas y los contrapesos, subí y bajé los brazos por unos cuántos minutos. Luego estiré mi espalda guiándome con una pelota gigante. Y finalmente descansé.
La estoy pasando bien. Mi hermano Quintus, Dani y mis tres sobrinos nos han recibido de maravillas. Nos abrieron su casa tanto como su corazón. Estoy realmente emocionado y agradecido. La lista de gente que ha estado pendiente de mí es enorme. Me han llamado, me han visitado, me han escrito. Por momentos la situación me sobrepasa. Siento que no tendré manera de retriubir tanto cariño. O sí, claro que sí. Compartir momentos de la vida con ustedes será la mejor manera de vivir.

Imaginarán la cantidad de cosas que he estado pensando en estas dos semanas. No creo que sea el momento de escribirlas. Pero se me ocurre que la vida suele tener significados. Que los acontecimientos pueden ser interpretados. Que de las experiencias surgen aprendizajes. Y que todo sucede por alguna razón. Ya tendremos tiempo para charlar de todo esto. Con cada uno de ustedes, quienes desde hace tantos meses se sientan para abrir este blog. Amigos, compañeros, seres queridos, personajes de ficción.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Vivir para contarla

Dejo a un lado el dolor de mi cuerpo para sentarme a escribir aqui. Se me hace absurdo, algunos pensarán que es hasta ridículo. Pero acostado en mi cama, recuperándome, no pude resistir el impulso. Porque los acontencimientos recientes le han dado un giro a esta historia que empezó el 30 de Enero. Y si hay algo que me importa en este momento es encontrarle el nuevo sentido que comienzo a sospechar. Porque todas mis acciones y decisiones me llevaron a estar, el pasado Domingo 19 de Septiembre, en un desbarrancadero de piedra, en una helada y solitaria ladera del centro de esqui la Hoya, al borde de la muerte. Pero viví para contarla.

No puedo extenderme en un relato que sería, por lo menos, intrascendente. Lo cierto es que viajamos con alegría y entusiasmo para correr el Tetratlón de Esquel. Gonzalo, Julián, el Tano y yo. Mi viejo fue desde buenos aires para ser de la partida, mi hermano el Yeti nos esperaba allá. Largamos la carrera en una mañana ventosa. Con los medios de elevación cerrados cambiaron el circuito a último momento. Y así, con puro entusiasmo. empezamos a trepar. Primer descenso. Un t-bar, un poma, una travesía caminando y a ponerse los esquies. A ir adivinando el recorrido. Aparece una pista, bajo. Una persona me hace señas de girar. Giro y me voy de lleno contra las piedras. No había marcas, no había banderilleros, no había cañas, no había redes, no había terraplenes, no había nada.

Lo demás no lo recuerdo. Me dicen que rodé 20 mts. sobre piedras. Mi muerte, estoy seguro, me siguió todo ese trayecto. Pero decidió no tocarme. Ya tendré tiempo de preocuparme por ciertas cosas, sobre todo por la seguridad que debe tener toda competencia deportiva. Ahora simplemente quiero agradecer a todas las personas que me rodean. Cuánto cariño y apoyo he recibido. Son infinitas las cosas que atraviesan mi mente, mi corazón y mi alma. Mi cuerpo, tan solo una parte de lo que soy. está muy golpeado. Mañana viajo a Buenos Aires a tratarlo. Mi espiritu está fuerte. Mi corazóm alegre, por estar vivo y rodeado de afecto. Siempre quise ser feliz. Siempre supe que es lo único importante. Así las cosas. miro hacia adelante y sólo tengo una certeza: voy a seguir viviendo la vida, suavemente.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Bonus Track: "Quiero correr el Tetra de Esquel"

Y sí, los que pensaron que ya se habían librado de mis escritos, pues lamento informar que esto continúa. Al menos por dos semanas más. Poque el 19 de Spetiembre es el Tetratlón de Esquel, y quiero correrlo. Por muchas razones: allá está mi hermano el Yeti, que no pudo venir a correr el Tetra Chapelco. Se entusiasmó muchísimo con correrlo en equipo; viajaríamos con el Tano Pio y Gonzalo, quienes acaban de reeditar el equipo "Alta Glucosa"; mi viejo Jose me insistió para que me anote y también va a viajar a Esquel; Julián sería de la partida. Y, sobretodo, porque al Tetratlon Chapelco lo disfruté.
Alguna vez escuché que el Tetra se sufría en todas las etapas. Mentira. Fue el día que menos sufrí de todo el entrenamiento. Estar corriendo fue, en ese momento, la mejor manera de existir. Digo esto recordando la reformulación de aquella famosa frase cartesiana. Me di cuenta que había entrenado bien. Quizás pude hacer mejor tiempo, llegar más adelante, pasar a más gente. Pero nada de eso era importante. Lo importante era correr y llegar. Y les aseguro que la pasé bien en todas las etapas. A pesar de lo difícil de la nieve, lo lento de la bici, lo picado del lago y lo nevado del sendero de running. Ni una sola vez me quejé, ni una sola vez me sentí mal, ni una sola vez me arrepentí de estar ahí y ni una sola vez se me pasó por la cabeza abandonar. Todo lo contrario. La gente, los compañeros y corredores, la organización, la montaña, el lago, el viento, la lluvia, el frío y las nevadas, todo, me daba fuerza y alegría. Estuvo buenísimo.
Y ahora, el hecho de compartir todo esto con mi hermano, pues me hace mucha ilusión. Eso sí, ayer salimos a entrenar nuevamente con el Tano y Gonza. Fuimos hasta la base del cerro. Y me costó más que nunca. Esa hora cinco de trepada fue más difícil que todo el tetra. ¡Qué dificil es entrenar! Pero vale la pena.
A esquel también viaja Brotiman y muchos otros corredores de San Mártín. Lamento en el alma que TMG no pueda viajar, pero bueno, también hay que trabajar... o al menos eso es lo que tendría que hacer yo. Les prometo, ahora sí, que después del Tetra de Esquel se termina esta locura, y me pongo serio...

Distancia: hasta la base del cerro.
Tiempo: 1h 05m.

PD: pronto más fotos, y el afiche de la comilona. Por favor confirmar asistencia y cuántas personas los acompañarán (sobre todo el Archi quiere información de Botín de Plomo y Usain).
Inés y Gaby, de más está decir que las espero en la Comilona. Ya se enterarán por esta vía de fecha y hora.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Final del Juego

Desde que terminó el Tetra que casi no puedo dormir. Me desvelo. Pienso en la carrera. Pienso en cuánta gente se involucró en esto. Pienso en cuanto apoyo y cuanto cariño me han dado. En cómo me han ayudado. Y por momentos siento que ha sido demasiado, y que no sé como haré para retribuir todo esto. En este último tiempo lo que empezó siendo un juego entre amigos cobró una trascendencia inesperada. Y me alegro cuando veo que mucha gente se entusiasma con el Tetra, y quiere correrlo. Y se que por la cabeza de muchísima gente está pasando, en este momento, la frase "Quiero correr el Tetra". Y lo mejor es que saben que se puede. ¿Qué hace falta? Nada. Simplemente tomar la decisión y tener la determinación de lograrlo. Y las cosas se van dando. La vida, con sus caminos misteriosos, se encarga del resto, si nuestra conducta y voluntad es impecable. Y uno encuentra la felicidad de hacer lo que hay que hacer, y hacerlo bien.

Antes que nada quiero agradecer a toda la gente que ha trabajado en esta carrera. Que fue mucha. Porque todos los que corrimos el tetra sabemos que estuvimos, sobre todo, bien cuidados. Y que a pesar de la adversidad climática y las complicaciones se sacó adelante una carrera sin fisuras. Por supuesto, no tengo palabras para agradecerle a Gabriela Azcarate y a Inés Hainard, no sólo porque me otorgaron la beca que me permitió participar, sino porque se involucraron en esta aventura, en este desafío, y me dieron un espacio en la revista, y me nombraron en la entrega de premios. Lamentablemente no pude asistir. No se puede todo en la vida. Ese día toda mi familia se despertó a las seis de la mañana, bajamos sin nuestro auto, las chicas estuvieron todo el día dando vueltas, pasando frío, esperando. Entre que buscamos los botes, las bicicletas y demás cosas se hicieron casi las nueve de la noche. Y Fer, que me vino a buscar a la mañana, nos ofreció, justo en ese momento, traernos de vuelta hasta casa. Todos queríamos ir a la fiesta. Era el cierre soñado. Mi viejo había comprado dos entradas y todo, para que fueramos todos. Pero ya era tarde, las chicas estaban cansadas y la mejor opción fue vovler a casa. Gaby, Inés, les pido mil disculpas por no poder asistir. Mucho me hubiera gustado abrazarlas personalmente y agradecerles todo. Ustedes saben cuánto aprecio lo que han hecho por mí y por los otros 449 corredores. De parte de todos nosotros: GRACIAS.

Comienzo ahora un recorrido por los personajes de esta historia, a quienes quiero darles mi reconocimiento. El orden es aleatorio, y ninguno tiene más importancia que otro, pues todos son amigos, seres queridos, compañeros de juego. Claro, hay un personaje que desempeñó un papel fundamental, con el que muchos se han enojado, y que nos ha hecho reir en grande: el Archi.

EL ARCHI
Como todos sabemos, la risa burlona de Eduardo cuando yo dije que quería correr el Tetra fue el disparador de todo lo que ha ocurrido. Yo sé que en ese momento él realmente creía que yo no podía correrlo. Se hizo la apuesta y el aceptó su rol. Y lo interpretó a la perfección. Lo que nos hemos divertido con sus comentarios maliciosos. Y cómo logró mantener mi motivación intacta. Desde el principió sé que es el primero que siempre quiso que yo llegara. Gracias Archi, por acompañarme en todo este proceso. Porque sos de esas personas que yo sé que estarán ahí si yo o mi familia necesita algo. Y ese sentimiento es recíproco. Y para los que se enojaron con él cuando me secuestró las botas, aclaro que a los dos días, y viendo las nevadas que se venían, secretamente me las devolvió. Mi viejo las usó el día del Tetra y le salvaron la vida. Además, fue Dani, su mano derecha, la que me subió la bolsa con el nro. 120 que se había quedado olvidada en lo de mi entrenador. Por supuesto, todo esto no lo libera de pagar el asado. Ya aclaró que lo hará con gusto. Y conociéndolo, va a ser un asado a todo dar, el más delicioso de nuestra vida. ¡Felices los que con tiempo se anotaron en la comilona!

MI ENTRENADOR
Muchas veces les he hablado de Gonzalo. Un tipazo. Un amigo. Es gracias a él que corrí el tetra. Porque me lo presentó primero, y porque me entrenó después. Estuvo siempre pendiente. Me dio miles de indicaciones. Puso todo a mi disposición. Me prestó su Kayak, me enseñó a remar, me reveló los secretos de la bici de montaña, me armó planes de entrenamiento y me abrió las puertas de su casa, de sus amigos atletas y de su familia. Sin palabras... un capo, mi entrenador. Y le digo así con el mayor de los orgullos.

EL TANO PIO
Al Tano lo conocí en esta última navidad. La compartimos con toda la "banda de la Abuela Ana". Y ahí estaba él. En seguida se entusiasmó con la apuesta. Y se ofreció a ser el juez imparcial en este asunto. Y jugó su rol a la perfección. Sobre todo en lo que tiene que ver con la imparcialidad. Fue parte fundamental de mi entrenamiento. Salimos muchas veces juntos. Y siempre se preocupó por mi. Me dió indicaciones en la bici, en el remo, en el esquí y corriendo. Con su experiencia y conocimiento me guió en un sin fin de aspectos. Me regaló un par de anteojos, me prestó las botas de esquí cuando vió que las del ruso me quedaban enormes. En las horas previas a la carrera me ayudó sobremanera. Me prestó un chaleco, compró una manguerita para que tomara agua del lago y preparó un brebaje completamente asqueroso que puso en la caramagnola que nos dio la organización. Que más decir, una persona excelente a quien aprecio con el alma. ¡Gracias Tano! Lo más impresionante: aunque no llegó porque le dio hipoglucemia, ese día estuvo absolutamente feliz con mi llegada. Seguramente sabía que también era suya.

TMG/Mr. T
Sin duda uno de los personajes más queridos. Estricto, disciplinado, implacable. Amante del cronómetro y de las cosas bien hechas. Corredor experimentado. Se entusiasmó rápidamente con el blog y sus comentarios fueron siempre certeros, precisos, profesionales. Me ayudó muchisimo, sobre todo con su ejemplo. Lector y comentarista fundamental, sus aportes fueron definitorios. Sin dudarlo me prestó el cubrecockpit y la pala del Kayak. Y yo se la perdí. Desde el primer momento me quitó toda preocupación. Me enseñó a seguir adelante, a no lamentarse, a ser siempre positivo, a entrenar siempre, a pesar de todo. A horas de la carrera fue complice de una jugada maestra: me prestó la bici. Y para Tomás una bici es prácticamente un ser vivo, un ser querido, un familiar. De ahí lo notable de su gesto. Un compañero, una excelente persona, un Amigo. Gracias Tomás.

LA BANDA DE LA ABUELA ANA
Ana, Julián, Guady y Marcela. También les he hablado mucho de todos ellos. Sin duda fueron los primeros en adueñarse de este blog. ¡Cómo nos hemos divertido! Lectores y protagonistas, siguieron paso a paso mi entrenamiento. Siempre estuvieron ahí, alentando, ayudando, acompañando. Con Guady hicimos salidas corriendo, y memorables salidas en bicicleta: Laguna verde, quila-quina, arrayán cronometrado. Es una gran deportista, pero aún no se decide a correr el tetra. Cuándo lo haga, yo apuesto por ella sin pensarlo dos veces. Ana, que decir, una persona maravillosa que con su alegría me apoyó como a uno más de sus hijos. Y Julián, pues él ya está en la lista de los que corren en el 2011. Rápidamente se anotó, no sé si pensando que yo no llegaba. El día de la carrera estuvo firme como siempre, asistiéndonos en todo momento y alentando a grito suelto cada vez que pasábamos. ¡Vamos Julián! Yo ya te dije que si hace falta, corremos en equipo. Contá conmigo. Y Marcela, con quien también compartimos la cena de navidad, comentarista del blog y la única que recuerda que, ese día, yo dije que si podía correr el tetra lo siguiente era lanzarme a Intendente de San Martín de los Andes. Lo más cómico: sé que Marcela me votaría.

GUADA
La mujer de mi entrenador y una gran amiga. Corredora del Tetra. Compañera de entrenamiento. Todo un ejemplo. Se sumó a este desafío para acompañar a Gonza, en un verdadero acto de amor. Ya se había anotado para el 2011. Una deportista nata. Siempre estuvo ahí, no sólo alentando sino mostrando el ritmo a seguir en el entrenamiento. Me hizo reaccionar cuando me di cuenta que no podía alcanzarla en la bici. Me prestó sus guantes de ciclista para correr la carrera. ¡Y para ambos esta fue nuesto primer Tetra!¡Grande Guada, mis felicitaciones!

ALI
La mujer del Archi y una gran amiga. Tuvo que ponerse una mordaza para no alentar y hechar a perder la imagen del Archienemigo. Pero siempre leyó y disfrutó del blog. Conocedora de los padecimientos que produce la práctica de cualquier deporte, seguramente fue una de las que más entendió mis dificultades al comenzar mi entrenamiento. Me prestó las calzas cortas de ciclista y las antiparras para poder correr la carrera. ¡Grande Ali! Voy a hablar con Sole para que te empiece a entrenar para el Tetra. Si yo lo corrí...

EL DICKY POWELL
Fue quién me mostró el camino para llegar a la laguna Rosales. Gran expedicionario y deportista me dio su apoyo y aliento incondicional. Aún no se ha lanzado por completo al entrenamiento, pero espero podamos compartir varias carreras. Me prestó el portaequipajes de su auto para que pudiera transportar el Kayak hasta el lago. Y estuvo siempre en las llegadas tomando fotos ¡Grande Dicky! Con Guille fueron lectores y comentaristas del blog, y Julián, su hijo, está en la lista de los anotados para correr el Tetra 2011. Dicky ¡vas a tener que entrenar con él!

INÉS
Sé que a Inés ya la nombré com parte de la organización. Pero también fue protagonista de este blog. Porque, no sé como, lo empezó a leer a los cuatro días, cuando no lo conociamos más que unos pocos. Y se entusiasmó desde el vamos, dándome aliento y acompañándome. Fue fundamental para que me otorgaran la beca. Me preparó más de una sorpresa. El día de la carrera me alegré al verla en el parque cerrado. Y cuando terminó el esqui. Uno puede ver cuánto quiere a esta carrera, cuánto se preocupa por cada uno de los corredores y con que profesionalismo realiza su trabajo. Inés: que suerte tiene el Tetra de tenerte. Gracias por todo.

BOTIN DE PLOMO
Botín de plomo nos regaló pasajes notables. Muy apreciado por los lectores, sus comentarios nos divirtieron y regocijaron. Supo jugar este juego desde el vamos. Prefirió siempre el anonimato y a pesar de mis sospechas aún no puedo asegurar quién es. Se develará, seguramente, el día de la comilona. Doy por descontado que asistirá.

PÍPI
El entrenador de mi entrenador. Un grosso. Preparó la rutina de entrenamiento de gimnasio junto a mi entrenador y estuvo siempre dispuesto a dar una mano. Su carrera, la Maratón de Invierno, que se corrió totalmente sonbre nieve, fue la mejor preparación para esta parte pedestre del Tetra. Gracias Pípi, sos un grosso.

PAPICHULO
Un gran mecánico de bicicletas y un amigo. Me arregló la bici siempre que hizo falta. Me las entregó a tiempo. Me prestó el inflador, una cámara y tantas cosas más. Otro que el año que viene corre el Tetra. ¡Gracias Gaby, un maestro!

USAIN
Usain, la pluma más ácida entre los comentaristas. Supo volver loco al Archi. Fue inteligente, punzante y hábil para esconder su verdadera identidad. Tuve el honor de saludarlo en la base del cerro el día de la carrera. Lo conoceremos el día de la comilona, cuando abrace en un acto de reconciliación a nuestro querido Archi.

BROITMAN
Amigo y tetratleta. Me acompañó en mi primer ida a Quila-quina. Luego de eso quiso el destino que no compartieramos ni un solo entrenamiento más. Pero siempre estuvo pendiente, siempre me alentó, siempre me aconsejó. Y me regaló mi primer amuleto en esta historia. ¡Gracias, Esteban! Y cuidate, que algún día te alcanzaré...

ADRY
Participó desde el principio con muchísimo entusiasmo y alegría, exasperando al Archi. Disfrutó el Blog y es una gran amiga. Desde venezuela, Adriana Fornero me acompaño en mis escritos. Mucho me gustaría que viniera a la comilona para que pudieran conocerla. Una compatriota de ley. Para vos y tu familia, Adry, mi saludo y agradecimiento.

QUINTUS
Mi hermano mayor. Rápidamente se sumó a las huestes del Archi, siendo prácticamente su único aliado. Sus comentarios mordaces y su cariño fueron importantísimos en mi entrenamiento. Lector asiduo fue uno de los que verdaderamente se preocupó por mi integridad física. Después de todo es imposible librarse del rol de hemano mayor. El día de la carrera estuvo continuamente conectado con mi viejo para saber si seguía vivo. Celebró mi llegada. ¡Gracias Testa por haber estado ahí todo este tiempo!

EL YETI
Mi hermano el olímpico. Sin duda uno de los más sorprendidos al enterarse de que iba a correr el tetra. Cuando salí a correr mientras estaba en su casa en Esquel simplemente no lo pudo creer. Y fue también el primero en sumarse al entrenamiento. Toda esta locura despertó en él su espíritu de deportista. Y vino a correr conmigo la Maratón de Invierno. Fue uno de los momentos más lindos del entrenamiento, indudablemente. Y fue el primero en decirme, cuando le gané, que ya podía correr el Tetra. Por su parte ya corrió otras carrera, y lamenté muchísimo que no viniera a correr el Tetratlón Chapelco. Lo hubieramos disfrutado mucho. En dos semanas participa en el Tetratlón de Esquel. Me encantaría poder ir a correr ese Tetra, pero me da cosa ganarle...

LUIGI
Mi cuñado. Participó activamente del blog. Como lector, comentarista y difusor. Estuvo 100% comprometido con la causa. Vino a alentar y a hace el apoyo logístico en la Maratón de invierno y su trabajo fue fundamental. Contaba con su apoyo para esta carrera pero el temporal de nieve le impidió venir. Yo lo lamenté tanto como él. ¡Grande Luigi! Gracias por todo.

ROBERTO DIOS
Lector, comentarista y colega en esto de correr el Tetra por primera vez. Este hecho hizo que en estos últimos meses vivieramos cosas muy similares. Él, como nadie, entendió todo lo que estaba viviendo. Y compartimos la North Face, La Maratón de Invierno y el Tetratlón Chapelco. ¡Y los dos llegamos! ¡Grande Rober, fue un honor transitar este camino simultáneamente con vos!

EL MOSCA
Un verdadero maestro. Amigo de mi primo el Negro, nos encontramos en un asado a orillas de un lago. Y se entusasmó inmediatamente con el desafío. Me ofreció esponténeamente su bicicleta. Además me dió las calzas de ciclista, el casco, una remera también de ciclista y el chaleco del Kayak. Sin él, no hubiera podido entrenar. Porque en la bicicleta fija no duraba ni dos semanas más entrenando. ¡Mosca, sos un capo!¡Gracias, de todo corazón! Quizás por su timidez prácticamente no comentó en el blog. Muchos dudaron de su real existencia. Será por eso que me alegré muchísimo con sus recientes palabras una vez terminada la carrera. Fue él el primero en decir, el mismo día en que me prestó la bici, que si yo llegaba, el lo corría en el 2011. Mosca: PONETE A ENTRENAR.

EL NEGRO
Mi querido primo el Negro Santillán. Se entusiasmó desde el vamos. Si bien no fue un permanente comentarista, recibí su apoyo en todo momento. Lector continuo, transmitió su entusiasmo a toda la familia. Faltando poco se sumó a su alegría mi Tío Cuchi y su hermano el Cabeza Santillán, con su mujer Eleonora. Y por suepusto, todo el resto de la familia. ¡Grande negro! ¡Pronto estarás viviendo en San Martín! Te esperamos, a vos y a Flor, quien me acompañó en igual medida.

EL TANO CAMDESSUS
Si bien no participó como comentarista, fue uno de los grandes lectores de este blog. Sentí su presencia en todo momento, y siempre recibí un llamado telefónico con cada logro. Amigo del alma, desde siempre. Un abrazo y gracias.

NICO
Un gran amigo. No comentó el blog, no sé si lo sigió demasiado. Pero en la última curva, antes de llegar, estaba ahí parado, esperando. Y fue una gran emoción. Él, con su hija y con Malena. Esas cosas que tienen los amigos del alma, que de una manera u otra, están siempre ahí, en el momento preciso. ¡Gracias Costa!

NACHO
Otro amigazo. Siguió el blog y me ofreció siempre todo su apoyo. El día antes de la carrera me enceró los esquíes, me prestó los bastones y me ofreció un par de botas. Se alegró con la carrera como si la hubiera corrido él. Un gran deportista y un amante de la vida. ¡Gracias Nacho!


EL RUSO
De todos los gestos que recibí, sin duda el del Ruso fue el que más me impactó. Porque me ofreció sus equipos de esqui sin conocerme. Entusiasmado por la causa, amante del deporte y de la nieve, fue gracias a él que pude esquiar. Me acompañó con gran cariño el día de la carrera. Un maestro total. Un esquiador de alma. Un amigo. Ruso: ¡sí o sí tenes que venir a la comilona!

FERNANDO
Un ciclista grosso. Con él compartimos la memorable salida a Laguna Verde, en donde nos pasó el trapo a todos los principiantes. Tuvimos otra mañana de entrenamiento igual de linda. Otro gran candidato a correr el Tetra. Increíblemente, fue gracias a él que corrí el Tetra. Con la nevada del viernes me hubiera perdido la carrera si él no venía a buscarme. Y a la noche nos trajo. Que bárbaro... ¡Vamos Fer 2011! Y Vero, que no sólo me alentó en todo momento, sino que también va a correr el Tetra. ¿Se animará el Archi a una nueva apuesta?

MARU
Compañera y entrenadora de Guada, prestó la camioneta para que subieramos todas las bicis al cerro, y luego las llevó del parque cerrado hasta la casa de mi entrenador. Otra excelente persona y deportista, que está siempre dispuesta a colaborar con el entrenamiento.

MI FAMILIA
Por supuesto que estuvieron todos pendientes de esta locura. Mis tres hermanos restantes: Coki, Milus y Fito, mi cuñado el Vivi, Lupita, Dani, Sil y todos mis sobrinos. Tomi fue lector y comentarista. Mi tio Pepe de Tucumán lo leyó con entusiasmo, siendo él filósofo, psicólogo y montañista. Mi tía Monona me llamó emocionada después de la carrera, al lado de mi querido Tío Trabu, e igual hizo mi tio Cuchi. A Zinnia, primer comentarista del blog, y a Zahiry, Alirio, Zaira y toda mi familia de venezuela, tíos, tías, primos y sobrinos. En fin, toda la familia se comprometió, se divirtió y se preocupó con la carrera. Gracias a todos.

MI ABUELA JUANA
Que desde donde está, siempre me acompaña. Porque "a un amigo, nunca se lo abandona".

MI MADRE
Por simples cuestiones tecnológicas tardó en acostumbrase a la dinámica del blog. No había manera de que pudiera abrirlo. Finalmente aprendió y se convirtió en la más emocionada lectora. Como buena madre, está convencida de la excelencia literaria de estos relatos y quiere que lo convierta en un libro, porque si no está impreso, no existe. Por supuesto fue la que más sufrió, más se preocupó, más rezó y más se alegró. ¡Gracias muñe! La madre es la madre...

MI VIEJO
Qué decir de mi viejo. Disfrutó este fin de semana más que todos nosotros. Se entusiasmó como nadie con este desafío. Cuando aprendió a comentar en el blog se volvió loco. Escribió todos los días. Y entrenó para correr conmigo. Y se vino. Y me hizo la asistencia en el cerro. Y estuvo todo el día al pie del cañón. Y se encariñó con todo el mundo. Y ya es un fanático total del Tetra. Y quiere correrlo. En fin, mi viejo. Que buen tipo. ¡Gracias Jose! Tu presencia en este día fue lo más lindo de todo esto.

MALENA y OLIVIA
Ambas me acompañaron a su manera. La gorda Olivia con su belleza infinita y su sonrisa deliciosa. No sé si se portó del todo bien, pero el día de la carrera se la bancó como una reina. Hasta durmió una siestita en Deli. Malenita estuvo siempre absolutamente comprometida con todo esto. Cuando entrenaba en la bicicleta fija me cornometraba y me asistía. Lo mismo cuando hacía la rutina de gimnasio. Estuvo pendiente, se preocupó, me dió su apoyo y hasta palabras de aliento. Corrió conmigo los últimos 500 mts, seguramente lo más emotivo de la carrera. Claro, a ellas no puedo más que adorarlas, por el resto de mi vida...

ADRIANA
Mi compañera y gran amor. Sin duda a ella fue la que más le costó todo esto. Porque no pudo estar ahí conmigo. Porque no pudo salir a entrenar. Porque se perdía las salidas y los paseos. Porque sabía que su manera de ayudarme era no estando. Y eso fue muy difícil. Ésta es quizás la primera actividad que no hacemos juntos. Porque siempre hicimos TODO uno al lado del otro. Por eso le estoy totalmente agradecido. El día de la carrera le hubiera gustado subir al cerro, esperarme a la bajada de la bici, acompañarme en el lago, estar conmigo antes de salir, en la calle, con todos, estar en la llegada todo el tiempo, acompañarme a buscar los botes, ir a la fiesta de entrega de premios y disfrutar y reir. Pero es una excelente y amorosa madre. Y estuvo todo el día cuidando a Malena y Olivia. Y se perdió de muchas cosa. Pero estuvo ahí. Para que yo pudiera corre el Tetra. Y es por todo eso que la amo tanto.

AMIGOS Y LECTORES DEL BLOG
Mucha más gente de la que esperaba me acompañó leyendo el blog. Y me alentó al enterarse de que lo corría. Y me felicitó al llegar. Y alentaron al verme pasar. Leo y Fabi, por ejemplo, cuidaron a Olivia mientras dormía en Deli. Vivi me alentó cada vez que me vio pasar. Agustina que estuvo en todo el mometo previo. Ricky Lanusse, con quien subí en la camioneta y en la telecabina, que leyó todo el blog, que se emocionó con ciertas frases y que no pudo terminar la carrera siendo que venía 15. Ricky: además de un gran deportista sos una excelente persona, tenés toda la vida por delante y muchísimos Tetras, que espero podamos compartir. Ian y Germán, que me esperaron con toda la alegría en la llegada. El Laucha y Silvana, alentando con todo. Ana, Manuel y Juan, dándome su apoyo. Fernando Sellari y sus hijos, con un emotivo abrazo en la llegada. Belén y Luz Gutierrez tan emocionadas como yo. Mónica de Cicco y Pipi, que casí sueltan la banda de llegada para abrazarme. Eli y Ale Gabuzzo, que estuvieron siempre pendientes. A todo el grupo de padres del colegio de Malena, que me alentaron siempre. A los amigos corredores: Marcovesky, Cachú, Marcelo y Marcelo y tantos otros. Qué alegría compartir el Tetra con todos ustedes. En fin, recibí el apoyo de todo el mundo. Así, como los chicos que iban al programa de carlitos balá, termino diciendo: gracias, y le quiero mandar un saludito a todos los que me conocen...


Con esta extensa lista termina el BLOG. No podía dormir hasta no agradecer a todos los que hicieron esto posible. Porque aunque parezca un lugar común, sin todos ustedes esto no hubiera sido posible. Es la pura verdad. Espero no haberme olvidado de nadie. Ha sido un placer y un honor. Los espero a todos en la comilona, ¡aunque no se hayan anotado! Archi, andá reservando un salón para 150 personas... ¡o más!



"El honor consiste en hacer hermoso aquello que uno está obligado a realizar."
Alfred Victor de Vigny

FIN

martes, 31 de agosto de 2010

Resultados Oficiales Tetratlón Chapelco 2010

Ya están en la página del tetra los resultados oficiales. ¡Que eficiencia! Encima están en un documento de Excel que te permite ver tus parciales y compararte con cada uno de los otros competidores ¡Qué nivel! Aquí están mis parciales, especialmente para TMG que, como lo bautizó el Archi, es el hombre cronómetro:

Corredor #120

Ski: 1:27:23
Mountain: 1:38:40
Kayak: 1:21:14
Pedestre 2:22:19

Tiempo total: 6:49:36

Si quieren ver sus tiempos o bajar el documento de excel pueden hacer click aqui

lunes, 30 de agosto de 2010

Crónica de una jornada sabática

Luego de siete meses de entrenamiento, este último sábado nació un tetratleta. Curioso, pues en la vida real también soy sietemesino. Así, si respetamos esta caprichosa analogía, podríamos decir que el Tetra fue un parto. Y vaya que lo fue...

La primera vez que escuché hablar del "Tetra" poco tuvo que ver con Chapelco. Fue en una fría aula de la calle Puán cuando una profesora, cuyo nombre no creo recordar, hablaba con entusiasmo académico del TETRAFARMAKON, los cuatro remedios postulados por Epicuro para sanar el alma: no temerle a la muerte, no temerle a los dioses, no temerle al dolor coporal y no temerle al futuro (destino). Que coincidencia, ¡evitar estos cuatro temores fue esencial para animarme a correr el Tetra!

Siguiendo con el entramado de sucesos y coincidencias que me llevaron a correr esta maravillosa carrera, aparecen una vez más en mi vida las lecturas de Platón. Sobre su obra cumbre, La República, hice mi tesis de grado. En ella se postula que para llegar a ser filósofo es necesario atravesar cuatro (¡tetra!) enseñanzas (mathema): la gimnasia, la música, las matemáticas y la dialéctica. En ese recorrido, yo primero me enamoré de la música, a temprana edad; luego, ya en mi adolescencia, me adentré en las matemáticas; y por último, siendo adulto, me interesé en la dialéctica. A las claras, la gimnasia había quedado relegada en mi vida. ¿Y cómo llamarme a mí mismo filósofo sin haber atravesado la primera de las enseñanzas elementales postuladas por el más grande pensador de occidente?. Y entonces, a estas alturas de mi vida y viviendo aqui en San Martín de los Andes, sólo me quedaba correr el Tetra (fueron, entonces, estas divagaciones las que me llevaron a decir "Quiero correr el Tetra").

Así las cosas, y luego de esta tediosa introducción que sale de mi más obstinada manera de ser, paso a relatar la crónica del día que pasé de ser aprendiz de filósofo a tetratleta para poder llegar a ser, ahora si, con las cuatro enseñanzas vividas, aquel filósofo platónico de mis lecturas universitarias (un recorrido, así, circular, paradójico, contradictorio, complejo, como a todos nos gusta).

Preparativos

La noche anterior a la 24va. Edición del Tetratlón Chapelco (el tetra, para los amigos) casi no pude dormir. Apenas unas tres horas, como mucho. Daba vueltas, pensaba, corría la carrera en mi mente una y otra vez, repasaba las transiciones, la lista de elementos, barajaba pronósticos, posibilidades ciertas y pensaba en la nieve, que seguía cayendo.

A las seis de la mañana me levanté. Desayuné cereales con leche y banana. Luego se levantó Adri. Luego Jose. Y por último comenzó el proceso de levantar a las niñas. Afura ya no nevaba, pero hacía un frío de la hostia. Me tomé un té. Empecé a cambiarme. Decir que estaba nervioso no es del todo correcto. Estuve nervioso muchas veces en mi vida y el sentimiento que se apoderaba de todo mi ser era totalmente nuevo. Indescriptible. Pero tampoco era temor, ni entusiasmo, ni alegría. Era, claramente, ese sentimiento único que se vive horas antes de correr el tetra.

Llegaron las 7:10 y Fer no llegaba. Habíamos quedado en encontrarnos a las 7:50 en casa de mi entrenador. 7:20. Miro la cantidad de nieve acumulada. Fer no llega. NO va a poder subir. Para colmo no tengo señal en mi celular y tampoco tengo su número de celular. 7:25. Nada. No corro, listo, ya fue. No sube. Me vestí al pedo. 7:30. Llamo a la casa de Fer. No atiende nadie. Salgo a ver si afuera, en medio de la nieve, hay señal. No hay. Una lástima, era una linda carrera. 7:35. En la oscuridad, con todo blanco, aperecen dos luces. En la quietud de una mañana hecha para no moverse de la casa, la camioneta de Fer se acerca. Me provoca saltar de la alegría. ¡Grande Fer!¡Corro el Tetra!

Cargamos todo en el auto: las cosas, a mi viejo, a las niñas, a la sillita de oli, bolsos para pasar el día, se sube Adri, me subo yo, lo abrazo a Fer (agradecimiento infinito por lo increible de su gesto) y salimos de retroceso (dar la vuelta, imposible). No les puedo explicar la cantidad de nieve. En medio de la bajada de Sinclair un Ko-Ko atravesado. Unos metros más y se bloquea completamente el paso y chau tetra, pensé. Con todo blanco pasamos a buscar al Tano Pío, cargamos sus cosas, y luego lo buscamos a Marcelo, del equipo Correo Luminoso. En la camioneta de Fer veníamos, entonces, ocho personas, los equipos y un aire de corredores que no les cuento. Llegamos finalmente a lo de mi entrenador en dónde estaba el otro Marcelo de Correo Luminoso, el gran Cachú Carrizo, el atleta de punta y gran persona Ricky Lanusse y Agustina, su madre, el abuelo Ana (Julián) y por supuesto Guada y Gonzalo. Todos con esa emoción que no tiene aún un nombre definido pero que se siente a horas de correr el Tetra.

Y entonces nos enteramos que se posterga la largada. Se pasa para las 11:30. Y Fer que se levantó tan temprano para buscarnos. Decidimos, a pesar de todo, salir para el cerro. Ya nada teníamos que hacer en el pueblo. Fer se quedó, Adri y las niñas también, y subí con mi viejo, el Tano Pío, Ricky y Agustina. Un viaje de lo más divertido. No podíamos creer lo que veían nuestros ojos. Todos menos Jose transitamos esa ruta miles de veces. Pero en esta mañana de sábado y luego de la gran tormenta de nieve la belleza del entorno era totalmente nueva, para todos. Y entendí aquel concepto que maravilló, entre otros, a Miguel Cané: lo sublime.

Llegamos al cerro y ya había mucha gente. El sol de la primer mañana acariciaba todo el estacionamiento. Nunca había visto la base con tanta pero tanta nieve. Nos bajamos, vimos a Gonzalo que buscaba lugar, y de inmediato tuve el impulso de ir al baño. EL tano se fue a ubicarlos. Caminé entre tetratletas. Aún no me sentía uno de ellos. Salí del baño, me encontré con mi viejo y mirando el sol pensé en mi madre. Ella me había garantizado que el sol estaría allí el 28 de agosto, y allí estaba. Quisimos llamarla, pero no había señal. Eli, querida amiga, también había intercedido para que el asro rey nos acompañara. A ambas les dí las gracias. Y contemplé la montaña en silencio.

Empiezo a caminar por el estacionamiento y no encuentro a nadie. Voy de una punta a la otra y nada. Me siento perdido, extraño, fuera de lugar. Todo el mundo realizando movimientos precisos de preparación y yo deambulando como un idiota. Y me encuentro con Marcovesky, una vez más. Abrazo, sonrisa y pocas palabras, como siempre. Un poco apenado, no le digo que estoy perdido, pero sí que no encuentro a los muchachos. Me despido (ya no lo volvería a ver hasta terminada la carrera) y luego de algunos minutos encuentro los autos. Pero no hay nadie, solo las camionetas y la bici con el número 120 (la de Tomás, la de Belén, en ese momento la mía). es hora de llevarla al Parque Cerrado. También había que llevar una bolsa verde con el número 120. Me fijo adentro de la camionerta y no está. Mi entrenador me la llevó, que grande, pensé. Y me dirijo con el competitivo rodado hacia el parque. Saliendo, con una sonrisa franca, me encuentro con mi entrenador. "¿Che, Gozna, ustedes bajaron mi bolsa verde?". Responde negativamente. Y supe que, de los 450 corredores, yo sería muy probablemente el único que no había llevado la bolsa verde para el Parque Cerrado del Cerro. "¿Por que me empeño en ser yo mismo?", pensé, y asumí el olvido como parte de mi vida, pues correr el tetra es una simple continuación de la misma. Cuando llego al casillero 120 lo veo a Ricky acomodando la nieve para que pueda meter mi bicicleta. Esas cosas que tiene el compañerismo de las carreras. Y le presto el inflador para que ajuste el aire de sus neumáticos. Menos mal, porque aprendo a usar el inflador que me prestó Papichulo, que resultó tanto más complejo de lo que yo suponía.
Al regresar al auto ya todos saben la noticia: Lucas se olvidó la bolsa verde y las risotadas animaban el ánimo de los corredores amigos. Y entonces me dice mi entrenador que TMG, a quién no había visto aún, ya estaba al tanto del asunto y me había dejado sus zapatillas para que pueda pedalear (en la bolsa tenía eso y un par de guantes, nada más). Por suerte en el bolsillo de la remera de corredor (falazmente demoninada "pechera"), tenía un par de guantes de bici que me había prestado Guada. Con eso y las zapatillas de TMG el asunto estaba resuelto. ¡Tomás está en todo!, pensé. Un verdadero Maestro, con la altura que tiene esta palabra. Pongo el calzado en un bolsita y vuelvo al parque cerrado a dejarla (cada viajecito implicaba caminar unos 300 mts. en la nieve, y ya me empezaba a sentir cansado (¡antes de largar!). En el camino me acuerdo de la autorización necesaria para que Jose retire los equipos de esquí cuando terminara esa etapa. Se había quedado en la pañalera de Oli. Otro olvido más. Ya escuchaba las futuras risotadas. Por suerte a cargo del parque estaba mi querida amiga Inés, de la organización, (¡grande Inés!) quien me saluda afectuosamente y me resulve de inmediato el tema de la autorización: tenía allí algunas copias, por lo que deduzco que, este olvido, sí es más frecuente entre los corredores.

En fin, luego de tantos tropiezos regreso a los autos y allí estaban todos charlando, tomando mate, esperando la largada. En segundos el sol se tapa, la montaña se cubre y empieza a nevar. El sol del alba había cumplido, pero se iba. Nos metimos a la camioneta Julián, Gonzalo, Guada, mi viejo, el Tano, Agustina y yo. Ricky, corredor de punta, ya había subido, o al menos eso creíamos. Mates, galletitas, charla, risas y esa emoción que sólo se siente a minutos de correr el Tetra,

Se despeja, vuelve a salir el sol y nos encaminamos al "huevito", nombre que adoptó la telecabina supuestamente para facilitarle la vida a los niños. Ni que "telecabina" fuera una palabra compleja. Pero bueno, siempre solemos subestimar a nuestros pequeños. Y nos enteramos que noe stán dejando subir a nadie, excepto corredores. Ni julián que compró pase, ni mi viejo que lo sacó por ser mayor de 70 van a poder presenciar la largada. ¡Y es que el cerro está cerrado! Es tanta la nieve que los medios no se iban a abrir, las máquinas no podían trabajar y las pistas no se iban a habilitar. Pero estaba el Tetra, que no lo para nadie. Y se abrió Chapelco para nosotros. Sí, fue entonces cuando sentí el primer "nosotros". Había corredores, muchos, por todos lados, y eran los únicos que pasaban, todos de negro, emocionados, y yo era uno de ellos. Lo miro a Ricky, con quién compartí la telecabina, y le digo "Ricky, no lo puedo creer, ¡voy a correr el tetra!" Recién ahí, subiendo a la largada, supe que todo esto, toda esta locura, era verdad. Que yo estaba ahí, y que esta era mi vida.

Llegamos a 1600 y solo estábamos "nosotros". Dejamos los esquies para ir por enésima vez al baño y una voz con acento extranjero me pregunta "¿Estos esquies son tuyos?". Me doy vuelta y, sin conocerlo, reconozco de inmediato al Ruso. "¡Ruso!" le digo con cariño sincero. Allí estaba "el Ruso", instructor del cerro quién, sin conocerme, me prestó sus equipos para que yo pudiera correr la carrera. Y no solo eso, había ido para buscarme a mí. Y tenía en mano una cámara fotográfica con la que, sin yo saberlo, me sacaría gran cantidad de fotos. Que lindo encuentro, que lindo momento, que linda emoción, esa que sólo se siente a segundos de largar el Tetra.

Entonces nos avisan que hay que caminar hasta la largada. Comienza prematuramente la trepada, pero estoy tan contento que poco me importa. Y estamos allí, los 450. Yo, rodeado de amigos. Todos juntos, todos cerca, todos emocionados. A última hora llega Cachú, que se había retrasado en el baño. Y justo antes de largar me convida un pedazo de banana. En eso el Director de la carrera, el Dr. Parada, da breves indicaciones del circuito y así, de repente, sin previo aviso, empieza a contar: "10, 9, 8..." y todos nosotros seguimos "7, 6 (como, ¿ya largamos?), 5, 4 (¡¿qué hago acá?!), 3, 2, (¡corro el tetra!), 1, (¡se larga!), 0..."

La Carrera
Ski

Empecé a trepar a buen ritmo. Eramos tantos que no me preocupé por la velocidad. Se me hizo corto. Enseguida veo el final de la telesilla y vamos hacia el poma del palito. Unos metros más en nieve honda y a calzarse los equies. Paso a unos cuantos y me largo por la primer pequeña pista, derecho. Me doy cuenta de la velocidad que alcanzan los esquies del Ruso recién encerados por Nacho. Tomo el caminito que lleva a la silla del Mallín y para mi sorpresa paso a unos cuantos. GIro rápido, sigue el camino, y sigo pasando gente. Llegamos a la pista que va por abajo de la telecabina y justo antes de doblar, el Ruso alentando y sacando fotos. Esa pista la bajo también derecho y también pasando gente. Me pongo eufórico. Primeros minutos del Tetra y vengo bien. Hasta que llegamos a los balcones. Un banderillero pide que bajemos la velocidad y ni bien me mando veo a un corredor caido. Trato de esquibarlo y me entierro en nieve honda. Y me doy cuenta de lo difícil que es salir. Y me canso, me desespero. Y vienen otros atrás que se acumulan. Por fin salgo y empiezo a bajar mejor. Caían uno tras otro. Y eso me intimida. Voy con precaución. No me caigo pero voy más lento. Esquiar en nieve honda para ser un deporte distinto del esquí que yo conocía hasta ese momento. Luego cominza un pequeño camino abierto en la nieve honda, más dificl que lo anterior. Porque se agarra velocidad, pero no encuentro cómo frenar. Me pego un palo fuerte y me entierro comletamente. Trago nieve como si fuera arena. NO se me salen los esquies pero me cuesta mucha desenterrarme. Y veo que algunos me pasan. Me desentierro, salgo. Voy ahroa con más precaución y ya llego a la últma parte. Allá abajo se escuchan los gritos de aliento. Y me mando. Llego a la curva a buena velocidad y doblo sin problemas. "¡Vamos Luquitas!". Son Julián y mi viejo, eufóricos. Pienso en el Tano Pío, en guada y Gonza y en todos los demas. me saco los esquies y empiezo a trepar. Con lo difícil que fue la bajada agradezco este tramo de tranquilidad. Y trepo mientras saco la nieve de mis antiparras. Y llego a la silla cuádruple de Rancho Grande. Pasaban una tras otra y me subo con otro corredor. Un tipo grande. Hablamos de la dificultad de la pista. Me pregunta si soy de acá. Le digo que sí, pero luego aclaro que desde hace cinco años. "Yo soy nacido y criado acá"."¿Ya habías corrido el Tetra?", le pregunto. "Sí, este es mi número veinte". Claro que me sorprendí, si no es la persona que más tetras corrió le pasa raspando. "¿Cómo te llamas?", le pregunto. "Pablo Ramirez". Y me sorprendo por las cosas del destino. Yo, que es mi primer tetra, junto a la persona que quizás más tetras haya corrido. Y sonrio. Y miro el sol en el bosque nevado. Y estoy corriendo el tetra. Bajamos Pablito y yo. Trepamos el palito y nos volvemos a lanzar. En esta segunda vuelta fui más precavido, pero en balcones fue inevitable un par de caidas más. Y el cansancio de piernas que se acumulaba. Paso esa pista y llegué al final de la segunda bajada bastante entero. Y ahí estabán Jose y Julián. Eufóricos. Trepo por tercera vez. me saco la nieve de las antiparras. Y estoy bastante entero. "Solo me queda italianos", pense, "una pista que siempre bajo a fondo". Al terminar la silla veo que me esta esperando el Ruso. "¡Ruso!", le vuelvo a decir. Está tomando fotos. Me saluda y me da aliento. Encaro Italianos dispuesto a bajarla derecho, como ya lo he hecho. Empiezo a toda velocidad, confiado. Y tomo mucha. Intento maniobrar y es en vano. Es nieve honda, como en balcones. Y me pego el palo más importante del día. Cuando caigo y me entierro completamente en la nieve honda siento un tirón muy fuerte en una de mis pantorrilas. Me asusto. Veo pasar al Ruso, que sigue tomando fotos. Me levanto y me propongo llegar entero abajo. Y así voy, suave, controlando, como un principiante. Primera vez que me toca esquiar en nieve honda. El Tetra es así, pienso. Y bajo el último tramo, ahí si, a fondo. Y llego feliz a la entrada del parque cerrado. Ahí está Inés para recibirme, dando indicaciones. Me da aliento y entro feliz al Parque de las bicicletas. Voy pasando y alguien me tiera un tacle. ¡Broitan! Lo saludo y me sorprendo. ¡Voy bien!


Bicicleta
Mientras me saco las botas hablo con Jose, que está ahí, del otro lado. Le pregunto por el Tano Pío, no lo vio, por Gonza y Guada, vienen bien, un poco atrás. Me calzo los botines de fútbol (son más abrigados para pedalear) y salgo corriendo del parque cerrado sintiéndome un corredor de punta. NI bien puedo subirme lo hago, doy un par de pedaleos, se descontrola la rueda delantera y caigo al piso. Me doy cuenta que andar en bici por la nieve no es fácil. Y encaro la bajada con cuidado. Por un rato largo no me pasa nadie. Luego me pasan dos, muy fuerte. Ciclistas, pensé. Encaramos el Rally y los banderilleros nos recomiendan bajarnos de la bici. Todos lo hacemos, los que van adelante, los que vienen detrás. Y corro con la bici al lado todo ese trayecto. NI se me ocurre subirme (ahora sé que pude haberlo hecho, pero ni lo intenté). Para mi sorpresa, no sólo no me pasa nadie, sino que, junto con otro corredor, el 119, que viene adelante mio, empezamos a pasar gente. Me gusto la concatenación numérica, y no lo pasé en ningún momento. El 119 siempre, y sin excepción, viene justito antes del 120. Cruzamos la ruta y seguimos corriendo. Atravesamos arroyos. Barro por todos lados. Y todos, los de adelante y los de atrás, evitaron subirse a pedalear. Volvimos a cruzar la ruta y por fin pedaleamos el arrayán largo. Lo disfrute. Un sendero angosto entre la nieve, una huella vehicular, y algún ciclista caido. No me pasaron muchos corredores, pasé a algunos. Y vuelta las trepadas, y vuelta a correr. Pero corrí, no caminé. Y segui pasando gente. Y entonces me di cuenta que ya estabamos llegando a la ruta. Me sumé a un trencito de corredores con su bici, y así llegamos. Ahora, a bajar, pensé. Y le empecé a dar. Fue ese el momento en donde la bici de Tomás rindió sus frutos. Bajé fuerte y me sorpendí al frente de un grupito de ciclistas. ¡Iba tirando yo! En un momento aflojé, para que me pasarn y que tirara otro. Y así segui. Hasta el Km. 3. Nueva sorpresa. El grupito se quedó y me separé adelante. Me sentí fuerte. Aproveché la bici. Y me separé. En la última bajada vengo a todo lo que doy. Y me doy cuenta que viene una moto al lado mio ¡Me estaban filmando! Pongo cara de corredor y le doy fuertísimo. Y termino la bicileta. Ahí, en el monumento a Roca, otro grito "Vamos Lucas, todavía!". Era Fer, con la camioneta, que se alegró y se soprendió al verme. ¿Será que vengo bien?, me pregunto. Me bajo de la bici y al segundo paso se me aclambran las dos piermas. Casi no puedo caminar. COn tanta gente alrededro, me la banco para mis adentros y trato de llegar lo mas presentablemente posible. Miro y miro y no veo a Adri. Me voy acercando al Parque del Lago. Y nada. Cuando ya voy a entrar escucho "¡Luqi!", y es adri con Olivia en brazos y Male. Las saludo, les sonrío, y entro al parque. Veo el lago y no lo puedo creer. El viento y las olas piden a gritos que no entre. De lo lejos adri me pregunta por el Tano Pío. Le digo que no sé. Y nuevamente me pregunto ¿será que vengo bien?

Kayak
Me cambio. Siento el frío al quedarme en cuero frente al algo. Asumo la insensatez y me pongo el chaleco de neoprene. Realizo bastante rápido y con eficiencia todos los movimientos. Agarro el kayak y me acerco al lago. Lo meto, me meto y calzo el cubrecockpit. Me lleva menos tiempo de lo esperado. Y empiezo a remar.

Eso que se ve en la foto, sí, es nieve. No sólo el lago está picado y hay viento, sino que además está nevando. Me concentro. Y remo a buen ritmo, es decir, a mi ritmo. Llego a la primer boya, giro y paso a un bote. Me sorprendo. Sigo remando, mirando el lago furioso. Las rachas de viento empiezan a ser más fuertes. Me cruzo con el primer conocido: RIcky Lanusse. Nos saludamos y nos damos ánimos. Entré al lago antes de que él saliera, pensé, lo que no es poco. Y en eso me acerco hacia un bote dado vuelta. Sobre el bote, un corredor agarrado cual naufrago. Le pregunto sí está bien, si pudo sonar su silbato, si ya lo vienen a buscar. Y veo a la lancha que se acerca. Sigo remando, ahora un poco más preocupado. La nieve en mis ojos no me deja ver. Y me pongo a la par de otro remero. Conversamos sobre el lago y las condiciones. "Está fulero, fulero", me dice, "además, nunca en mi vida sentí tanto frío en mis manos". Y valoré a más no poder los mitones de Adri. Son perfectos, profesionales, y hechos con todo su amor. Las olas empezaron a crecer y definitivamente me asusté. Pensé en mi madre, en mi abuela y en las fuerzas de la naturaleza. Y el viento amainó. Lo comentamos con mi compañero de remo. Pero al rato volvió a soplar. Y así seguimos. Me alegré cuando divicé la lancha del PC. Le di la vuelta contento. Ya tenía la mitad a dentro. Saqué por la borda la manguerita que me consiguió el tano Pio y me mandé un Power Gel con agua de Lago. Y me hizo bien. Y me crucé con los muchachos de Correo Luminoso que estaban yendo. Y con Cachú, que estaba yendo. Busqué al Tano Pío. No lo vi. Hasta que se dió el emotivo encuentro con el equipo SI MI AMOR. Ahí estaban Gonza y Guada. Nos gritamos, nos dimos ánimos. En medio de un lago furioso fuimos felices. Estabamos corriendo el Tetra, todos. Y empecé a remar más fuerte. De todos los amigos y conocidos ¡venía en la punta!. Cuando vi la costa fui feliz. Lo único que quería era terminar esta etapa, no darme vuelta. Y llegué a tierra firme. Justo en ese momento llegó el equipo correo luminoso. Sólo me quedaba correr...

Running

Llego al box con el kayak y miro para todos lados a ver si están las chicas. No las veo. Supongo que, como siempre, calcularon que iba a tardar más. ¿Será que voy bien?, volví a pensar. Sacarme los botines y las medias mojadas fue un placer inmenso. Me sequé los pies y me puse medias y zapatillas secas. Lo mismo sentí al sacarme el neoprene y ponerme una remera seca, el rompevientos y mi querida remera del tetra. A esta altura, ya era de lleno el corredor 120. Había terminado el Kayak, mi punto más flojo. Justo en ese momento escucho la voz de Flavio Correa anunciando a los primeros. Y los veo pasar, uno atrás del otro. ¡Salí del lago antes de que llegara el primero!, pensé ¿será que voy bien? Al salir del Parque cerrado saludo al planilleto, mi amigo y compañero Steve Leslie, y encaro a correr entusiasmado. Las piernas no me duelen tanto, estoy entero. Y llega el bandurrias. Trepar con nieve es todo un momento. Trepo bien, con ánimos. Me pasa bajando, volando, un corredor, luego otro. Reconozco a Facu Romera, que me pasa a una velocidad inaudita. A pesar de venir bajando y con nieve. Unos monstros. Corro, camino en las trepadas ásperas, me uno a algún pelotón, paso a algunos, me pasan otros. Llego al PC del mirador bandurrias en donde me encuentro con otra compañera, Carolina Attis, que me saluda, se sorprende y me da ánimos. Y siento que ya pasó lo peor. NI de cerca. Pero el paisaje a esta altura, con sol, llena mis ojos y mi alma. Corro contento. Alegre. Sólo tengo que correr. Y disfrutar. Estoy corriendo el Tetra. Y a esta altura ya sé que, si hago las cosas bien, voy a llegar. Y luego de pasar la barrera y entrar en el camino que va a la islita, otro encuentro emotivo. Me cruzo con TMG que ya está volviendo. Grito, me grita, ambos nos sorprendemos, creo que él más que yo. Y me da aliento. Por supuesto, ni frenamos, el cronómetro manda. Pero nos despedimos con afecto. Y ambos, a esta altura, estamos felices. Unos cuántos metros más adelante alcanzo a Marcelo y Marcelo, Correo luminoso. Me alegro. Nos saludamos y empezamos a correr jutnos. A partir de ese momento mi objetivo fue no perderlos ni a sol ni a sombra. Sé que ambos son corredores experimentados y si podía sostener su paso era buena señal. Y así lo hice. No los solté. A veces se me alejaban, después recuperaba. Y dimos la vuelta del final, un rulo infinito que ideó mi amigo Christian Aprea. Se me hizo eterno. Pero lo pasamos. Y volvimos al PC final. Estábamos volviendo. La cosa se me hizo llevadera. Pensé en tantas cosas. Vi venir mucha, pero mucha gente. Llegamos a la cancha de fútbol y a la última gran trepada. Y ya estábamos nuevamente arriba del bandurrias. Pasamos el PC, Carolina saltó de la alegría dándome aliento, empecé a bajar. Mis zapatillas, queridas zapatillas, las únicas que usé en estos últimos siete meses, no se agarraban muy bien al hielo. Supongo que ninguna lo hacía. Y mne resbalé. Y me propuse bajar seguro. El equipo correo luminoso se me fue, y los dejé ir. Disfruté esa bajada paso a paso. Y hasta pasé a algunos corredores. Otros seguían corriendo, empezando el running. Di la curva para encarar el puente y para mi gran sorpresa y alegría reconozco la campera de Malena. ¡Allí estaba, con mi gran amigo Costa! Me acerco y Male, Nico y Cami empiezan a correr a mi lado. Eran como cinco cuadras, temí que fuera mucho para Male, que no pudiera llegar, que sufriera por no lograrlo. Para ella, esas cinco cuadras era un desafío tan grande como para mí el Tetra. O al menos eso sentí yo. Y allí lo veo a mi viejo, esperando para empezar a correr. Preparado para hacer ese tramo para el que estuvo entrenando tanto tiempo. Y encaramos la recta final mi viejo, mi hija y yo. Todo un momento. Para explicar eso, sí es verdad, no tengo palabras. Y comienzan los gritos, los aplausos, las caras conocidas, las voces, y la veo a Adri, sonriendo, alentando.
Y cruzamos la meta.
Había terminado de correr el Tetra...

(continuará)

(¡se hizo muy largo, el que no quiera leer que no lea, no me ofendo!)

(Mañana, el cierre, los agradecimientos y unas palabras especiales para cada uno de los protagonistas de esta historia -que son muchos- empezando por mi querido amigo el “Archi” y mi entrenador Gonzalo, principales propulsores de esta maravilla. Y tanta gente querida que se fue sumando, ayudándome a realizar este sueño ¡Gracias muchachos!¡Gracias a todos!)

domingo, 29 de agosto de 2010

...

Las grandes emociones, las experiencias significativas y los sentimientos fuertes movilizan nuestro ser de tal manera que hace falta dejar pasar cierto tiempo para que los ditintos elementos que lo constituyen se reacomoden. Durante ese lapso las palabras se nos hacen escasas, débiles, superfluas. La repentina comprensión de lo que somos supera los límites del lenguaje y suele ser recomendable disfrutar el momento, dejarse vivir. En eso se me fue el domingo post tetra, compartiendo un pollito al disco y un buen vino con mi viejo, Adriana y las chicas. Y de la nada me cayó el cansancio, el agotamiento físico y emocional.

Ya mañana estarán los resultados oficiales, la larga lista de reconocimientos y agradecimientos y, si llegan las palabras, el relato del día de ayer, uno de esos días que no podré olvidar.

Dentro de esas tantas emociones están, por supuesto, los numerosos comentarios recientes, de parte de tantos amigos fraternos y seres queridos. Y tengo mucho para decirles, a todos ustedes, pero este no es el momento. Por ahora no puedo. Sé que lo sabrán comprender.

Y pensar que en el silencio, en el abrazo y en esas escasas lágrimas que lograron salir al cruzar la meta se condensa, sin mediación de la palabra, Todo.





sábado, 28 de agosto de 2010

"Corri el Tetra"

Y llegué. La lista de agradecimientos es inmensa. Pero imaginarán que en este momento no sólo no puedo escribir, sino que casi no puedo caminar. Ahora, a bañarme, comer y dormir.

Y mañana nos vemos.

A TODOS.

¡Gracias!

Salud.

Y buenas noches.

viernes, 27 de agosto de 2010

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Decir que falta un día es una manera de decir. Son horas. Y no puedo creer lo que estoy viviendo. Simplemente no puedo creer que esto me esté ocurriendo a mi. En este momento está cayendo la nevada más fuerte de la que tengo memoria. Salí de la charla técnica sin saber si podría subir hasta mi casa. Llegúé a mi casa sin saber si mañana podré salir de aqui. No estoy exagerando. Se está acumulando mucha nieve y el nueve, que es un fierro, tampoco tiene superpoderes. Con esto quiero decir que, cerrando ya este blog, no puedo asegurarles que largo la carrera. Las fuerzas que gobiernan la naturaleza son misteriosas. Y esta nieve, queridos amigos, puede modificar el destino de los hombres.
El día de hoy fue distinto a cualquier otro día de mi vida. Por la mañana la rutina laboral no se modificó. Pero desde el momento en que empecé a armar las bolsas para los parques cerrados mi cuerpo comenzó a sentir la vida de una cierta manera particular. Una sensación que si se quiere se podría comparar con la que se nos aparece cuando estamos preparando las maletas para un viaje. Así estaban dispuestas sobre la mesa las distintas cosas que voy a usar mañana. Las preparé, las revisé, y bajamos a buscar a mi viejo. Nos abrazamos con el cariño de siempre en la terminal y comenzó el periplo pre-tetra. Fuimos directo a lo de mi entrenador. Cargamos el bote. Fuimos a la costa. Lo depositamos en el lugar indicado. Fuimos a buscar la bici a lo de Papichulo. Estaba impecable, reluciente. Abrazo con Papichulo. Dejamos la bici en lo de mi entrenador. Salimos a ponerle cera a los esquiés. En lo de mi querido amigo Nacho Piccone. Me los enceró como a un profesional. Y me prestó una botas de esqui que vuelan. Aún no estoy seguro de usarlas mañanas. Sería una apuesta un tanto osada ya que no las he probado. Pero vuelan. Pasamos por las oficinas de Nieve del Chapelco para que Jose saque su pase de peatón para acompañarme hasta la largada. Y compramos dos entradas para la fiesta de premiación. Volvimos a lo de mi entrenador. Faltaban minutos para la charla técnica. Olivia cansada, Male cansada, Adri cansada. Jose, después de todo el viaje, cansado. Decidimos subir a casa y luego bajar a la charla. Y la nevada, justo en ese momento, se soltó. Como quien abra las puertas del cielo y deja caer toneladas de bolitas de telgopor. Ya a esa hora pensé que no subía. Pero subimos. Pensé que no bajaba, pero bajé. Escuché la charla técnica, retire la pechera Número 120, una hermosa caramagnola (no tan linda como la del vino San Felipe, claro), y salí corriendo para intentar volver a casa. La nieve era una cosa de locos. Y avancé poco a poco. Subir los caracoles del Lolog me costó más que cualquiera de las veces que los subí en bici durante el entrenamiento. Y la subida de sinclair, toda blanca, era un tobogán espeluznante. Pero poco a poco, con mi querido Renault (que lo quiero tanto como a una bici) subimos la barranca. Y la satisfacción tuvo algún parecido con la que sentí la primera vez que lo subí pedaleando. Las últimas tres cuadras hasta casa fueron las más difíciles. Mucha nieve. Pero cuando digo mucha, quiero decir mucha. Y supe que mi auto ya no podría salir. Y pensé en la posibilidad de no poder largar. Y pensé en si sería posible que toda esta aventura tuviera un final tan inesperado. Sin largar, por estar cercado por la nieve. Y al entrar a casa me dice adri que esta fer en el téléfono. Pensé que para desearme suerte. "A las siete estoy ahi", me dice. "¿Qué?..." "Que a las siete estoy ahí. Yo te voy a buscar". Y me emocioné. Me quebré. Y supe que esta locura, como dijo mi entrenador en su primer comentario, no tiene límites. Y acepté, claro. Porque no tengo opción. Porque a todo esto hay que darle la seriedad que merece todo juego. Porque jugar es la mejor manera de aprender. Y porque cuando uno juega en serio, es feliz. Y cuando uno propone a otros jugar, la amistad es la más auténtica. Y reaparece el asombro, la maravilla, la alegría y tantas otras cosas. Y uno comprende la importancia de respetar las reglas y a tomarse el juego en serio. Porque, repito, todo juego es un asunto extremadamente serio. Así las cosas, gracias a todos los que aceptaron jugar a esto de correr el Tetra. Y mañana, a disfrutar. Que... ¡el que llega último, es cola de perro!

jueves, 26 de agosto de 2010

2

¡Qué carrera que te inventaste, Pancho!
Miro nevar por mi ventana y no lo puedo creer. Está nevando fuerte. Fuertísimo. Y visualizo una montaña completamente blanca con 450 seres humanos echando humo por la boca y con el corazón en llamas mientras corren bufando cuesta arriba. Y yo seré uno de ellos. En dos días nada más. Y tampoco lo puedo creer.
La jornada de ayer tuvo la perfección que suelen tener los círculos al cerrarse. Con el claro presagio, además, de que cuando algo concluye otra cosa comienza. Mi preocupación principal giraba en torno a la bicicleta. La había dejado en lo de Papichulo y el Archi merodeaba intangiblemente su taller. Justamente por la mañana había leído un texto que me gustó: "Antes de aprender, andar en bici parece tener el grado de dificultad de los milagros. Pero en algún momento de la infancia el milagro se produce y, con el tiempo, la bicicleta se convierte casi en una extensión de nuestra anatomía, tan familiar y querible que empezamos a llamarla bici" (tomado de la Revista Ñ nro. 360). Y me di cuenta de cuánto aprendí a querer a la bicicleta que me prestó el mosca. Me ha acompañado en mis primeras incursiones por el ripio, bajé sintiendo su confianza por senderos cada vez más complejos, realicé sobre ella recorridos que, por mi estado calamitoso, alcanzaban el status de hazaña. Y empecé a llamarla bici. La cuidé, durmió siempre adentro, le cambié las masas, le ajusté sus cambios y le calibré los frenos. Y ahora me acercaba a retirarla ni más ni menos que para correr el Tetra. En la entrada de lo de Papichulo me encuentro con mi querido amigo Broitman. Fué él quién me acompañó en mi primer incursión a Quila-Quina en bici. Fue él quién me dió innumerables consejos. Fué el quien me regaló una de sus remeras de corredor. Y allí estaba, como para despedir mi entrenamiento, junto con Ezequiel Lagranade, otro gran corredor. Estaban saliendo a dar, también ellos, su última vuelta. Emocionado por el encuentro, entré al impecable taller de Papichulo. Me acerqué a la bici del Mosca y, despacito, al oído, le dije: "Tranquila, tu trabajo ya está hecho. Gracias por todo", y la dejé en su sala de terapia, en dónde en las próximas horas Papichulo le hará un service completo para que vuelva renovada con su dueño. Me di vuelta y me acerqué a la pata en donde un otro rodado, impresionante, impactante, fuera de serie, estaba siendo acariciado, ajustado con el pulso de cirujano que tiene Papichulo. La jugada maestra perpetrada el día miércoles en casa de mi entrenador se estaba ejecutando con precisión de relojero. Mientras el Archi planeaba un sabotaje a la bici del Mosca, Papichulo (sin ser complice, por supuesto, pues ignoraba todo esto) estaba poniendo a punto la bicicleta que, para correr el Tetra, me presta especialmente mi amigo Tomás Gutierrez. ¡El plan perfecto! Observo con deleite la calidad del trabajo de Gaby. Ajusta, mide, retoca, lubrica. Me explica cómo sacar las ruedas, cómo cambiar una cámara pinchada, le instala un inflador que me presta para la carrera, guarda una cámara de respuesto en el bolsito que va debajo del asiento, en donde también coloca unas pequeñas herramientas para realizar la maniobra. Me da detalles de manejo y de mecánica general. Me explica el funcionamiento de los amortiguadores, de los frenos a disco. Ajusta el asiento para que esté a mi medida. Y me la entrega para que salga a probarla. Sólo tengo que cambiarme y salir a pedalear. Y a que no saben adónde me cambio. Sí, en la casa del Archi. Es desde allí en donde partiré a realizar mi último entrenamiento. Adri tenía que pasar a charlar con Ali algunas cosas, por lo que yo aprovecho y paso para cambiarme. Y me encuentro con el Archi, con una sonrisa espléndida, conversando con su amigo, el Dr. Mattano (quién recientemente reconoció su locura). Conversamos las trivialidades de siempre, nos hacemos un par de chistes, me cambio y salgo a pedalear. Es él el que me abre el porton. Mira la bici, pero no se da cuenta del cambio. Ni sospecha la jugada maestra realizada. Y me despide con risotadas de triunfo, comentando no sé que cosas sobre el pronóstico meteorológico. Ya en mis primeros pedaleos noto la diferencia. Esoy a bordo de una nave. Prendo el cronómetro al pasar el badén, casi por una cuestión simbólica, ya que a tan poco de la carrera no pensaba hacer esfuerzos desmedidos. Y entonces noto que la subida casi no me cuesta. ¿Qué pasó?, pienso, ¿enderezaron esta subida?. Viendo el poco esfuerzo que me estaba demandando pedalear pongo un par de cambios más pesados y empiezo a darle más fuerte. Y al llegar al hotel sol me doy cuenta que acababa de hacer el mejor tiempo de todo mi entrenamiento. Yendo tranquilo ¡baje mi tiempo! El entusiasmo inundó mi cuerpo. Y salió el sol. De la nada, quizás a modo de despedida, el cielo se abre y me veo trepando la subida hacia los miradores con el sol en la cara y un viento que es de poder. Eufórico, pedaleo y pedaleo. Y llego a los miradores. Paro. Comienza una llovizna suave. Y miro el pueblo desde El Mirador. Y sonrio. Bajo soplado. La amortiguación delantera produce en mi un efecto que no logro explicar. Freno, salto, esquivo y vuelo. Y me enamoro, así, a primera vista, a primer pedaleada, de esta bicicleta que me presta Tomás o, más especificamente, su hija Belén. Gracias a ambos. Esto me da un empuje anímico inmejorable. Ya quiero correr el Tetra. Y a vos Mosca, y a tu preciosa bicicleta, pues solo puedo decir que siempre los recordaré con el mayor de los cariños. Cuidala, que con esa, a partir del lunes, empezás a entrenar vos.

miércoles, 25 de agosto de 2010

3

Estoy que no doy más. Estos días se están haciendo de goma. Encima hoy pasó de todo. Ahora no tengo tiempo de escribir porque estoy saliendo a una cena de carbohidratos en lo de Mr. T. Lo único que puedo adelantar es que retiré la bicicleta de lo de Papichulo y salí hacia el circuito Arrayán. Y volé. La bicicleta está andando que no se puede creer. Parece cosa de mandinga. Ya les contaré. Con esta salida, señores, concluye mi entrenamiento. Estoy en paz.
Otra gran noticia: ¡tengo pala! Mi viejo, luego de increíbles periplos, consigió mandarme la pala, que retiré hoy de la terminal.
Bueno... un día menos.
Y ya quiero correr el Tetra.

martes, 24 de agosto de 2010

4

No sé ni por dónde empezar. Me acredité hoy en la carrera de aventuras que todos desean correr y pocos se atreven. Soy el Corredor Nro. 120 del Tetratlón Chapelco 2010. Y tengo un brazalete en mi muñeca que así lo confirma.
A media mañana salimos con Adri y Olivia para las oficinas de Nieves del Chapelco en donde se realizan las acreditaciones. El Tano Pío me llamó anoche para comunicarme que Gabriela Azcárate le habia pedido que me avise que debía pasar por la mañana por un asunto de la beca. Y así lo hice. Al llegar ya había corredores saliendo con su bolsita y una cola para llegar al mostrador en donde se realiza el trámite. Mientras esperabamos reconozco a Gabriela y me presento. No nos conocíamos personalmente pero la reconocí por fotos. Enseguida va a buscar a Inés Hainard, a quién también tuve el gusto de conocer personalmente hoy. Y llegó Inés con una sonrisa amplia y afectuosa y Gabriela me dice que es gracias a ella, que sigue el blog desde sus comienzos, que me otrorgaron la beca. Y es verdad. Los primero tres días de este blog sólo lo leían mi entrenador y el Archi. Y al cuarto día recibo un comentario de "Inés, de la organización del Tetra". Al principio pensé que era una joda de alguien (como cuando comentó "Pancho Ibañez") pero enseguida supe que era verdad. Aún hoy no sé como hizo para encontrar este blog tan rápido. El hecho es que Inés tenía una sorpresa: dentro de la revista del Tetra que le entregan a cada corredor había una nota sobre este blog y sobre mi experiencia entrenando para esta increíble competencia. Fue en verdad una emoción y un reconocimiento inesperado. Yo sé que vos, Inés, has seguido cada una de mis entradas en este blog, y me has acompañado en cada una de mis alegrías y desventuras. Y ahora sé, además, que tuviste mucho que ver en el hecho de que me otorgaran la beca. Por ambas cosas, gracias. Y, como me prometiste alguna vez, espero que estés ahí en la llegada para entregarme la medalla...
Tuve el honor de que me entregara todo el material una gran corredora: Mónica de Cicco. Con ella compartimos, casi sin conocernos, la mejor salida en bicicleta de todo mi entrenamiento: la salida a la Laguna Verde. Es, además, la rival directa de mi entrenador y Guada, pues ella corre en equipo mixto con su marido, Daniel Matheu (en esta ocasión, Mónica, tengo que poner una ficha al equipo de mi entrenador, quienes aseguran que llegarán antes que ustedes). Fue entonces cuando Mónica, con total naturalidad, me pide la muñeca para ponerme un brazalete. Yo supongo que está midiendo mi muñeca pero no, ni bien abrocha el presinto me dice que no me lo puedo sacar hasta la fiesta de premiación después de la carrera. Y salgo, contento, emocionado, con la revista, las bolsas, los números, los obsequios y mi presinto. Salgo convertido, definitivamente y para siempre, en el corredor Nro. 120.
Mientras iba en el auto con Adri y Olivia nuevamente para mi trabajo, comprendo súbitamente un concepto al que le vengo dando vueltas desde hace muchísimos años: la epojé husserliana. Podríamos decir que consiste básicamente en un cambio de actitud respecto a la realidad, y que se puede expresar como un simple "poner entre paréntesis el mundo". Así me empecé a sentir. Desde hoy hasta la carrera los aspéctos más cotidianos de mi realidad estarán como suspendidos, distantes, entre paréntesis. La carrera ocupa toda mi mente y todo mi espíritu. Me estoy preparando para vivir una experiencia trascendental. Indudablemente al momento de la largada uno debe entrar en una suerte de trance del que, con suerte, se saldrá al momento de la llegada. Intuyo, además, que estos días que faltan serán tan eternos como fugaces.
Hoy cumplen años dos grandes amigos: el Tano Camdessus y Guadalupe Perez Colman. El Tano está allá lejos, en Buenos Aires, pero a lo de Guada fuimos a tomar el té. Y allí estaban todos: Guada, mi entrenador, Guadi, el Tano Pío, Julián, Ana, TMG y... el Archi con Alicia. Preocupado por lo que le pudiera pasar a mi integridad física entré y le dí un gran abrazo a mi amigo el archienemigo. Le hice saber de mi gripe por el secuestro extorsivo de sus propias botas. Y, por supuesto, el tema de toda la reunión fue el Tetra. No se puede hablar de otra cosa. Tuve que contarles que a la tarde había llevado, finalmente, mi bicicleta a lo de Papichulo. Me pareció ver una sonrisa maliciosa en la cara del Archi. Se refregó las manos. Suspiró. Seguimos hablando de la carrera, de qué carne queríamos que el Archi compre para el asado que va a tener que pagar y de ese tipo de cosas. Pero ni bien se fue (fue el primero) nos quedamos conversando "los buenos". Y todos estuvimos de acuerdo en que mi bicicleta, en las actuales condiciones de insanía mental del Archi, no estaba segura. Por suerte entre todos, luego de hecharle mucha cabeza al asunto, logramos delinear un plan maestro. Por razones obvias no puedo develarlo en este momento. Pero a vos, Archi, te digo: tus planes no van a dar resultado. Olvidate de todo. Con el brazalete en mi muñeca, que empiezo a sospechar encierra poderes sobrenaturales (al mejor estilo de los anillos de los gemelos fantásticos) ya no me importa la gripe, el frío, la lluvia, las condiciones de mi bicicleta, las botas que no tengo, la pérdida de la pala, ni nada de nada. El Tetra ya arrancó, y yo voy a correrlo. Te guste o no te guste.

Para todos los corredores que están llegando, que ya tienen su bolsita y su brazalete en la muñeca, un gran abrazo, que disfruten su estadía y lo mejor para la carrera.

Ya llega el Tetra.

Ya llega...



(por cierto, de esto no debe enterarse el Archi, pero...¡Gracias Ali por prestarme las calzas cortas de ciclista! Era lo único que me faltaba...)

lunes, 23 de agosto de 2010

5

No estoy enfermo. Pero tampoco estoy sano. No me siento del todo bien. Me agito rápidamente. Siento que me va a dar fiebre. No sé si tomar algo o no. Porque en el fondo sé que son los nervios. Me sorprendo con mi estado anímico. Hace mucho, pero mucho tiempo que no me pasaba esto. Estoy ansioso, con ganas de que el día llegue rápido y -aunque posiblemente el Archi le saque provecho a esto- estoy asustado. Utilizando un lenguaje coloquial, que reconozco inapropiado para este espacio pero que a esta altura es inevitable, debo reconocerlo: tengo un cagazo bárbaro. El Tetra no es cualquier cosa. Está empezando a llegar gente de todos lados. Atletas, competidores, deportistas. Y yo, que mañana me voy a acreditar. Y voy a correr el Tetra. Estar en la largada ya es para mí la realización de lo que en algún momento no fue más que un deseo. un sueño. Pero además tengo que correrlo. Y además tengo que llegar. Como en todo, uno siente que aún no está preparado, que es mucho lo que quedó por hacer, que podría haber entrenado más, salir más veces, remado más, etc, etc. Seguramente ya nada de eso importa. La preparación física ya terminó. Ahora todo pasa por la cabeza y por el corazón. Ahora tengo que preparar mi mente y mi espíritu, seguramente mucho más importante que el estado físico que pudiera haber alcanzado.
No voy a poder salir a correr hoy, como tenía planeado. Como ya dije, me siento débil. Prefiero descansar, dormir la siesta y guardar fuerzas. A no ser que mi entrenador me indique lo contrario. A no ser que la mejor manera de salir de este estado semi gripal sea corriendo. TMG me mandaría a correr sin pensarlo. Al terminar d escribir esto veré que hago.
Por la tarde voy a llevar la bici a lo de Papichulo. Lo dudé mucho por la posible incidencia del Archi en este asunto. Pero Gaby es el mejor mecánico de la ciudad. Lo pasé a visitar en la mañana y me insitió para que le llevara la bici, a pesar de estar literalmente tapado de trabajo. Casi todas las bicicletas que van a correr el tetra están pasando por ese taller. Asi que voy a llevar la mia (que es la del Mosca -¡gracias Mosca!- te la voy a devolver con un Tetra encima, aspecto que seguramente le suba su valor de mercado). Además tengo que adquirir una cámara de repuesto, un inflador de mano y una extraña herramienta plástica que sirve para sacar la cubierta. Si llego a pinchar, sería la primera vez en mi vida que cambio una cámara, lo que no dejaría de ser todo un aprendizaje. Ojalá que no suceda.
El tema climatico. Todos hablan de eso. Que va a llover, que va a estar inestable, que va a haber barro. Sinceramente, es lo que menos me preocupa. Además, tengo ciertos contactos de altura que seguramente podrán interferir para que ese día haya un sol como hace mucho no se ve en un Tetra. Asi que tranquilos, que estamos cubiertos (y espero que no de nieve).
Espero recuperarme pronto. Espero no tener que correr engripado. Porque así esta gripe en potencia estalle, el sabado corro o corro.
¿Cuántos hay que, como yo, después de meses y meses de entrenamiento están contando los días para dejar todo en la montaña? La respuesta es fácil: 450 corredores. Estamos todos en las mismas. Desde el Mono Vera, posible primer puesto, hasta yo, posible último puesto. A todos los del medio... ¡suerte!

domingo, 22 de agosto de 2010

6

Pasé a la clandestinidad. Tuve que hacerlo pues este pueblo ya no es seguro para mi. El Archi puso a funcionar su aparato y en estos días que faltan no podré confiar en nadie. Mientras veo caer la lluvia desde este lugar tan frío y humedo como secreto, comprendo que los grandes ideales implican grandes luchas. El Archi podrá sacarnos todo lo que tenemos, podrá cercanos cada vez más, pero no logrará acallar nuestra voz, no podrá evitar que cumplamos lo que nos hemos propuesto. No pasará.

Así las cosas, y mientras me tomo un té medicinal, paso a relatarles los hechos que acaecieron durante la jornada de ayer.
Último pase de entrenamiento. Guadalupe, integrante del glorioso equipo "Sí, mi amor", había cancelado la subida al cerro por cuestiones laborales. Me levanto temparno en la mañana y llamo a Mr. T para ver si podía subir con él. No tiene lugar. Dispongo los elementos para subir en el Ko-Ko, cuando recibo un mensaje de texto de Guada informándome que sí va a subir. Adri con las niñas, que madrugaron conmigo para bajarme hasta el pueblo, me dejan en la puerta de la casa de mi entrenador cuando el día aún no ha despuntado.

Llegamos a la base del cerro. En el estacionamiento los vehiculos aún son pocos. Me bajo, abro la maleta del auto y comienzo a cambiarme. "Tenés las llaves del auto, ¿no?", me pregunta Guada con aire de sospecha. "Claro", respondo mientras comienzo a palpar mi bolsillos. Habíamos subido en el auto de ellos y yo venía manejando. No tengo las llaves. Busco en el piso, adentro del auto, en la maleta, devuelta en mis bolsillos. Nada. En menos de tres minutos había perdido las llaves de un auto ajeno. No podía creer lo que me estaba pasando. Luego de diez minutos y haciendo un esfuerzo por racionalizar lo sucedido, bajo la tapa del baúl y allí están las llaves puestas. Un traspié innecesario daba comienzo a la jornada.

Llegamos al pie de la primer telesilla y cuando Guada se va a poner los esquies descubre que las fijaciones son más grandes que las botas, hecho inexplicable pues ella ya había usado esas tablas y esas botas. Tuvimos que caminar con los equipos hasta el rental de la base para que le acomodaran las fijaciones. En ese momento no pensé que dichos equipos son de la esposa del Archi, y la posibilidad de un sabotaje no se me cruzó por la cabeza.

Despreocupados, comenzamos el entrenamiento. Una mañana muy provechosa. Esquiamos fuerte, esquiamos mucho. En determinado momento hacemos una pausa para ir al baño y es allí en donde me encuentro con Marcovesky, atleta de punta. Nos saludamos afectuosamente y me cuenta que están afuera con Tomás y otro corredor. Al salir ya no ecuentro a nadie. Claro, estos pibes entrenan a lo loco. No paran ni dos minutos, y menos para hacer sociales a la salida de uno de los tantos ranchos en donde los placeres del cuerpo tientan a los esquiadores perezosos o fuera de estado. En fin, hacemos un par de bajadas y llega el almuerzo.

Luego de la primer subida de la tarde nos encontramos con el querido TMG. Nos da detalles de su jornada de entrenamiento y nos invita a unirnos a su grupo. Pero Iván no llega y, para que no nos enfriáramos, nos propone que hagamos un filo mientras él espera. Y así lo hicimos. Claro, cuando volvimos ya no estaba. Estos locos no paran. Quiso el destino que justo en ese momento nos encontraramos con Julián y Ana, que habían subido al cerro con Nora y Walter, familiares cercanos. Entre los cuatro suman gran cantidad de años. Y nos unimos a este grupo de macanudísimos "adultos mayores". Y en esa bajada todas nuestras fantasías de grandes esquiadores se fueron por la borda. En el entrenamiento de la mañana sentíamos que estabamos esquiando al más alto nivel competitivo. Y ahora, a la tarde, descubríamos que no podíamos alcanzar ni a Julián, ni a Nora, ni a Ana ni a Walter. Los veteranos (lo digo con cariño, eh) nos pasaron el trapo en lo que quedó de la tarde. Y entonces, de repente, en medio de una pista, nos encontramos con el Archi, detenido y hablando por celular (o estaba haciendo negocios o estaba tramando algo). Los saludamos con afecto y Ana, atenta como siempre, fue la única que atinó a derribarlo, sin lograrlo, lamentablemente. Y a partir de allí comanzaron los problemas. De la nada la nieve empezó a ponerse pesada, asopada, fea. Nos subimos a la silla cuádruple y en la mitad del recorrido, justo arriba del Archi que controlaba todo desde el rancho Manolo, se detuvo por demasiados minutos. Nos enfriamos, por lo que tuvimos que parar a tomar un cafe en Antulauquen. Y allí estaba nuevamente el Archi con Alicia, que a pesar de su buena voluntad no logra detenerlo. Pedimos dos cafés y al intentar retirarlos el muchacho que los sirve nos dice: "Salen especiales, yo recibo órdenes de una sola persona y debo cumplirlas". Nos dieron dos cafés con tía maría, crema y chocolate. Sorprendidos, ingenuos, descolocados, nos tomamos nuestro rico café sin saber los efectos que tendría sobre nuestro organismo. Bajamos la última pista y allí estaba, otra vez, el Archi. Atento, como preocupado por mi nievel de esqui, me da indicaciones. Me emociono. Pienso que después de todo no es tan malo, que quiere que llegue a la meta. Escucho sus indicaciones y las pongo en práctica. Y el día de esqui se temina. Ni bien abro la maleta de auto me doy cuenta que no están las botas que había llevado. Son aquellas que Edu me regaló hace unos días. Y se me baja la presión. Creo saber que, al buscar las llaves no-perdidas saqué las botas y las dejé en la nieve, olvidadas al lado del auto. "No están mis botas", le digo a Guada, "me las debo haber olvidado afuera". Y pensé en la vergüenza de este nuevo descuido, en cómo le diría a Edu que perdí, en el primer día, las botas que con tanta bondad me había regalado. Y entonces encontramos adentro del auto un sobre con la inscripción "Sr. Verduga" en cuyo interior se podía leer una nota que decía lo siguiente:

¡¿Se dan cuenta?! El tipo se volvió loco. Un claro accionar mafioso. Abrió el auto y se llevó ¡las botas que él mismo me había regalado! Como sabe que no tengo bienes materiales con los cuales extorsionarme se vió obligado a regalarme un valioso par de botas pensando que yo ahora me voy a desvelar por las mismas. Como mínimo, ezquisofrenia. En fin, que las botas, Archi, me tienen sin cuidado. Sin embargo tu malvado plan ha funcionado. Al no tener botas tuve que bajar en medias desde la base hasta la casa del entrenador, mojado y con frío. De esta manera logró imponer las circunstancias ideales para que se diera lo único que a esta altura me puede deter: una gripe. Menos mal que al llegar mi entrenador me prestó un par de zapatillas y, en un acto diría yo heroico, me trajo hasta casa para que no me tuviera que tomar el colectivo todo mojado. Pero el mal ya estaba hecho. Me siento afiebrado, con dolor de garganta y con esa debilidad que trae la enfermedad. Archi, las botas te las vas a tener que meter en el mismo lugar en donde te metiste la pala del kayak. Pero el sol que ahora está empezando a salir es un claro presagio de que este malestar será pasajero. No podrás detenerme, ni vos ni tu ahora supuesto "equipo" (¿quién lo integra?¿tu secuaz Daniel?) Porque tenés que saber que estás más solo que la una en esta, tu locura bipolar y paranoica. Repito: no pasarás.

sábado, 21 de agosto de 2010

7

Hoy fue el último día de esqui. Lamentablemente en este momento no puedo escribir. Pero está pasando de todo. El Archi enloqueció. Vivimos hoy actos mafiosos. Esto se nos está escapando de las manos. Muchos de los involucrados en este desafío nos encontramos hoy en la montaña que le da nombre a todo est

viernes, 20 de agosto de 2010

8

Quizás me apresuré con esta entrada. Es que quiero que los días pasen rápido. Es increíble, pero casi no puedo pensar en otra cosa más que en el Tetra. Tengo una gran cantidad de sentimientos encontrados. Por un lado, quiero que todo esto termine para poder descansar y concentrarme en otras cosas. Por el otro, me da pena que el entrenamiento llegue a su fin. ¿Y después?¿Qué será de mi vida?¿Seguiré haciendo actividad física o volveré a la vida contemplativa y a la lectura? Extraño mucho aquella vida. Es increíble lo poco que he leído en estos últimos meses.
Confesémoslo, ha sido muy divertido. La malicia teatralizada del Archi, la confianza providencial del entrenador y los comentarios constantes de familiares y amigos. Todo esto ha sido lo que mantuvo vivo mi entrenamiento. Una meta clara y la compañia de mis seres queridos empezando, por supuesto, por Adriana. Cuando me propuse esta meta -que en su momento parecía irracional e inalcanzable- no le consulté a ella si estaba de acuerdo. Por alguna razón di por sentado su apoyo. Y fue mucho lo que ella tuvo que hacer. Demasiado. Y no fue fácil. Porque tenemos dos hijas, una muy pequeñita. Y cada vez que yo salí a entrenar fue Adri la que se quedó cuidando a las niñas. Y siempre me esperó con algo caliente, con comida lista, con un baño preparado. Y siempre tuve las calzas limpias, las remeras listas, el casco y los guantes en su lugar. Me cuidó, se preocupó si no tenía todos los accesorios que hacen falta. Me empujó cuando por momentos me pinchaba. Anotó todo lo necesario para la carrera en una hoja de papel. Se puso a coser los mitones. En fin, sin ser ella la que se propuso esta locura y sin haberla aceptado, hace siete meses que me acompaña con una paciencia infinita. Gracias Adri, y tranquila, que esto ya termina. Falta poco. Por suerte, el año que viene el Tetra lo corre la Mosca, Julián y todo un grupo de insensatos que no saben lo que hacen. O sí. Por mi parte, o me curo, o ya me veo en el 2011, ganándole otro asado al Archi...