viernes, 13 de agosto de 2010

Despierta el tetratleta...

Luego de un miércoles y un jueves de meditación y cierto desasosiego hoy salí a andar en bicicleta. Bajando para el lado del regimiento me di cuenta de que los frenos estaban demasiado largos. Casi me pego un porrazo. Así las cosas, decidí pasar por lo del talentoso Papichulo para que me ajustara el freno trasero. Ni bien entro al local Gaby me recibe con un "¿Cómo anda el Tetratleta?". Demás está decir los efectos positivos de dicho comentario. En un segundo me ajusta los frenos y salgo para cronometrarme la subida hasta chapelco. El parámetro eran los impresionantes 57 min. que clavó el otro día el equipo Sí, mi amor. Arranco fuerte, concentrado. Hasta el hotel sol mido 7 m. 5s. Me pareció mucho. Sigo dandole duro. En la bifurcación llevo 14m 45s. Cansado, intento apretar en cada pedaleada. Payla Menuko se me hace cerca, y cruzando el Puente Blanco voy por los 28m 40s. Y estoy contento. Mi entrenador me había dicho algo de 27m hasta puente blanco, por lo que tan lejos no venía. Y encaro lo que falta con la ilusión de bajar la hora o, por lo menos, rondarle cerca. Y la subida es dura. Se hace larga. Me presiono a mi mismo para apretar en cada pedaleada. No tengo referencias hasta la casa de la comunidad mapuche que está en la entrada al camino leñero que lleva a la Laguna Verde. Cuando llego ahí miro el cronómetro y marca 57 min. y algo. Ya no llego a igualar al equipo de mi entrenador, pero le vengo pisando los talones. Apreto en esa última subida con lo poco que me queda, y freno definitivamente el reloj cuando llego al cartel que nos da la bienvenida a nuestro centro invernal. Miro como quien no quiere ver... 1h 4m 46s. Digamos que no estoy del todo feliz, pero llegar a siete minutos de un equipazo como Sí mi amor (que según dicen las lenguas están envalentonados con ganarle a De cicco y un posible TMG como compañero) no es poca cosa. Miro un poco la montaña, respiro profundo, me imagino allí mismo dentro de dos semanas y emprendo el descenso. Al llegar a Puente Blanco encaro el atajo que lleva hasta Covisal. Me pierdo, el sol baja, se me acaba el agua y me empieza a dar un hambre inusual. Se me ocurre que podría parar a comprarme un alfajor y una coca (eterno clásico de los recreos de mi infancia) en algún kiosko de Covisal, pero en seguida caigo en cuenta que no cargo dinero. Cruzo un puente irreal, trepo con la bici a cuestas y las fuerzas se van yendo de a poco. Regulo por la bajada de tierra, llego a la ruta, voy tranquilo. Solo puedo pensar en comer algo de manera urgente. Llego al regimiento, encaro la subida lentamente. Estos cansado. Seguramente como estaré en cierto momento durante el tetra. Y bajando por los caracoles del Lolog me cruzo con la esposa de Roberto Dios, que me reconoce, me saluda y de cierta manera me alienta. Eso me da la última porción de energía que necesitaba. Me concentro. Sólo falta la subida de sinclair. Me propongo hacer de a una pedaleada por vez. Una tras otra. Y llego. Y recuerdo a Papichulo, y empiezo a sentirme un tetratleta. Demás está decir que el café con leche que me serví cuando llegué fue el más delicioso de mi vida. Lo acompañe con un emparedado de jamón y queso que me hizo plenamente feliz.

Tiempo total de la vuelta: 2h 30m.
Distancia: 35 km. aprox.
Dejo este mapa de la ruta para mi hermano Quintus (que sabiamente se ha llamado a silencio) ya que alguna vez me lo pidió...


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