Llueve. No sé si podré salir a correr. Y no porque no tenga ganas. El trabajo asalariado, todo un tema. La lluvia en sí no es el problema, sino lo que significa: se acaba el verano. ¿Quién no ha sufrido por el final de las vacaciones?
O de cómo una noche entre amigos, una sentencia inoportuna y una apuesta entre terceros me obligaron a embarcarme en este absurdo desafío: correr el Tetratlón Chapelco 2010.
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