miércoles, 17 de febrero de 2010

Habemus Fulbim

Cambio y crisis significan prácticamente los mismo. En éstas estamos, viendo cómo acomodamos las cosas. Por tal motivo, el día de ayer, día de adaptación a guarderías y cosas por el estilo, mi entrenamiento consistió, simplemente, en retornar a las canchas de fútbol, quizás el más bonito de los deportes. No sólo por su dinámica y plástica hermosura, sino porque siempre está ahí, cuando uno tiene la cabeza en muchas cosas, para devolver el equilibrio a esta nuestra humana existencia. Ya sea sumergiéndose en la fecha del campeonato nacional un domingo cualquiera de alguna semana complicada o calzándose los cortos y la camiseta para ingresar al campo de juego (movimiento físico que de por sí nos retrotrae a la infancia, etapa de la más auténtica felicidad) el fútbol tiene algo que se asemeja a la alquimia o a la magia, acto ritual que acontece adentro de la cancha. Cualquier cancha, eso es lo de menos: un gimnasio, una sociedad de fomento, cesped sintético, baldosa, cemento, la calle. Que cosa más bonita dejar atrás las preocupaciones mundanas para entrar en un universo en donde las reglas son claras, y donde transpirar corriendo atrás de la pelota junto a tus compañeros, amigos, camaradas, rivales, conocidos y desconocidos, te permite comunicarte en un lenguaje en donde la solidaridad, la hombría, la entereza moral y hasta una cierta visión de mundo se transmite con la belleza del movimiento y la perfección de la esfera, sin mediación de la palabra. Esta vez fuimos tres contra tres, en cancha chica (de lateral a lateral). Un juego rápido, de máxima presición: puro talento.
Con respecto a la bicicleta de Broitman, lamentablemente está muy por encima de mis pretenciones y posibilidades. Tengo que empezar por algo más tranquilo, e ir subiendo poco a poco. Eso sí, la noche de fútbol me deparó un regalo iniciático, de esos que se dan de corredor a corredor. Broitman me obsequió una camiseta para andar en bici de una de las tantas competencias importantes en las que participó, el circuito Nike 03, entre otras cosas para que cuando salga a correr o, en un futuro, a andar en bici, no circule con la tradicional remerita de algodón, tan amateur, tan dada a la chacota. El momento fue tan emotivo como cuando mi entrenador, en un gesto que sigue la misma línea mística, me regaló la remera del Tetra 2007, la que la organización regala a los corredores. Y me di cuenta que en esto del tetra hay mucho fondo. El entrenamiento se emparenta con el ascendente y difícil camino de iniciación de las más arcaicas filosofías y religiones. Me viene a la mente la ardua preparación del pequeño saltamonte para convertirse en un monje shaolín, por ejemplo. Sí, aunque a muchos les cueste creerlo, por ese lado viene la mano.
Así las cosas, Fútbol: 75 minutos.

4 comentarios:

  1. Como explicación del futbol prefiero la de Jorge Luis(22 giles corriendo atras de una pelota) y respecto a lo otro: ¿me va a hacer ir hasta ya para terminar con esta locura?
    Lolito: razonemos, por favor

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  2. Perón: quice decir "alla". Es que todo esto me tiene muy mal, muy mal.

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  3. Perdón: quise decir "perdón" y "quise". Estoy mal en serio

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  4. Primero, pensé que te habías hecho peronista... y sí, reconozcámoslo: si yo nunca fuí atlético, vos nunca fuiste futbolista... pero si habrás seguido hasta los partidos de la primera C en épocas difíciles...

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