miércoles, 14 de abril de 2010

Última salida, sol a pleno y el perro del vecino

Indudablemente este sábado, con la carrera, se cierra la primer estapa de este proceso. Inevitable no hacer un balance. Por lo general, los primeros dos meses son los más difíciles. Muchas veces había intentado yo ir al gimnasio o comenzar a correr, y nunca pasaba de la cuarta semana. Creo que el archi imaginaba eso: que no llegaba al segundo mes. Pero aqui estoy.
Hoy me tocó salir a correr suave, tranquilo, a recuperar piernas y aire. La mañana fría ostentaba un sol radiante. El aire -con la puereza que lo caracteriza- entraba a mis pulmones en bocanadas cortas, precisas y llenas de vida. Me propuse recorrer el mismo trayecto que realicé el segundo día de mi entrenamiento, el 2 de febrero. Lo que en aquella oportunidad fue puro sufrimiento, esta mañana fue una vuelta reconfortante. A medida que avanzaba pensaba en lo bien que me sentía. Sano, fuerte, entero. Y me puse a pensar en los cambios que ha sufrido mi vida a partir de esta locura. Y son definitivamente buenos. En tres días voy a correr 21 kilómetros, y estoy esperando ansioso que llegue el momento. Conozco las montañas que rodean mi casa, senderos que conducen a lagunas, lagunas que se esconden entre los árboles más allá de las montañas. He aprendido más de mi mismo en estos dos meses que en todos los años que me he pasado estudiando, leyendo libros, reflexionando. Y he tomado conciencia de cuánta gente impresionante me rodea. Familiares, amigos. Me han prestado una bicicleta, ropa deportiva, me han regalado anteojos, guantes, remeras (el último regalo, ayer y para la carrera, de parte de Male y Adri: calzas de corredor, profesionales). Me han alentado, apoyado, acompañado. Me han tenido paciencia, me han esperado. Se han preocupado por mí, me han cocinado, me han enseñado lo que saben. Sé que no estoy solo. Y esto no tiene precio. Mientras todo esto ocupaba mi cabeza tomé conciencia que el perro del vecino me seguía. Nunca lo había hecho. Y hoy estaba ahí. Definitivamente: no estoy solo en este camino... y entonces pego la vuelta, a la altura de los Peñones del Lolog, y se levanta ante mí -sublime y allá a lo lejos- el cordón Chapelco. Bañado de sol, sin una gota de nieve. Y sé que hacia allá me dirijo. Lo contemplo. Quieto, inmóvil, esperando... esperándome.

Tiempo: 40 min.

A todos: Gracias.

(¿será que temo morir el sábado que esto tomó cierto aire de despedida?)

5 comentarios:

  1. Concéntrate,Luc!!!...Usa la Fuerza!!!
    Este no es el comienzo del fin!...es el fin del comienzo!...

    ResponderEliminar
  2. MARCELA DE LA ABUELA ANA15 de abril de 2010, 10:46

    YO ME ANOTO EN LA COMILONA

    ResponderEliminar
  3. ¡Que grande, Marcela! Ya estás anotada.

    (Edu, que caro te va a salir esto!)

    ResponderEliminar
  4. Deconta que vas a llegar.
    En la largada estan los ganadores!!
    Esteban

    ResponderEliminar
  5. eduardo el archienemigo16 de abril de 2010, 22:12

    Deconta va a llegar???
    que bueno, grande Deconta
    Che esteban ¿a donde van los pederdores???
    anotate ahi

    ResponderEliminar