Que triste es la tristeza, sobre todo cuando a uno se le antoja inevitable. Pude haberme quedado en casa -la tristeza todo lo justifica- pero salí a correr igual. El Domingo, nublado y triste, tristísimo, se alzaba frente a mi interminable, como la tristeza misma. Es que este sentimiento, cuando llega, todo lo ocupa, todo lo invade, nos coloniza. Supe, ni bien comencé a correr, por qué quiero correr el Tetra. Esa pregunta que me hice allá lejos, en el comienzo de mi entrenamiento, encontró hoy su inequívoca respuesta. Quiero correr el tetra por una persona a la que admiro y respeto: Gonzalo, mi entrenador.
Lo conocí como conocí a tantísima gente: nuestras hijas fueron juntas al jardín de infantes. Antes de hablarle por primera vez lo ví llegar incontables veces con ropa de ciclista y corredor al jardín. Por aquella época el deporte era algo totalmente ajeno a mi vida, y su atuendo me parecía más bien inapropiado. No hay necesidad, pensaba. En un principio tuvo más afinidad con aquellos otros padres a los que sí les interesaba el deporte. Lo que sí, a mi me sorprendía su alegría permanente, siempre llegaba al jardín contento, sobre todo al contarle a los otros padres de dónde venía, a dónde iba, que rutina de entrenamiento le tocaba. Una de las primeras veces que me habló con auténtico cariño fue cuando pensó que yo era instructor de esquí, porque habíamos ido al cerro con las nenas y yo les había ayudado un poco. Mucho se decepcionó cuando le dije que era filósofo y profesor de música. Pero poco a poco nos fuimos haciendo amigos, cada uno en su mundo. En cada reunión, en cada cena, en cada encuentro lograba entender un poco más su alegría. Nunca antes en mi vida había conocido yo a alguién con tanta pasión por lo que hace. Y tuve amigos músicos, actores, pintores, arquitectos, ingenieros, filósofos, cineastas, etc, etc, etc. Cada vez que me contaba del tetra los ojos le brillaban, el corazón se le agitaba, le desbordaba alegría por todas partes. Muchas veces llegué a envidiarlo ¿cómo podía ser que le gustara tanto lo que hacía?¿Cómo hacía para estar tan claro en su vida? Yo siempre fuí más bien complicado, buscando por todos lados, cuestionándomelo todo. Esas complejidades de la vida hicieron que en un momento dado decidieramos levantar todo y volver a Venezuela, a intentar lo más díficil, lo mas importante, lo más riesgoso para nosotros: tener a nuestra segunda hija (todo esto por razones que, claro, no cabe explicar en este contexto). El día antes de partir, cansados, nerviosos, asustados, Gonzalo y Guadalupe nos invitan a cenar. Nuestra casa era un desastre, casi no nos quedaba nada, y faltaba todavía tanto por hacer. Esa cena llegó en el momento justo. Guada había preparado un vacío al horno que aún hoy recuerdo, el mejor de mi vida. Charlamos, nos reímos, vimos el video del Tetra. Y fué entonces, en uno de los momentos más difíciles de mi vida, cuando Gonzalo, al despedirse, subió a su cuarto y bajó con un regalo para mi: la remera del Tetra. Con ese gesto, tan simple como poderoso, me estaba diciendo "Dale, hermano, vos podés. Es duro, pero lo vas a lograr". Con la fuerza de ese obsequio partimos a Caracas, y lo logramos. Pudimos. Llegamos. Fue aquella noche en la que entendí la fuente de su felicidad. Fue aquella noche cuando decidí que yo mismo, en algún momento de mi vida, iba a correr el Tetra.
Pero volvamos a lo de la tristeza. Hace dos días me llama Gonza para darme una buena noticia: "No tenés que alquilar Kayak. Podés entrenar y correr con el mío". Me alegré instantaneamente, y recién luego le pregunto por qué. "Yo no corro el tetra, me explotó la rodilla otra vez". La manera de dar la noticia habla, una vez más, de la clase de persona que es. Y me pongo a pensar en la vida y sus incomprensibles razones. Él, apasionado por el Tetra, no lo puede correr. Me sentí devastado.
Segunda razón de la tristeza. Recibo un mail de Tetratlón Chapelco. Emoción total. Primer Newsletter. Y me entero del costo de la inscripción, que se abre mañana: $550 para residentes. No es caro, pero para mi, en este momento, es mucha plata. Y no los tengo. Es decir, mañana no me voy a poder inscribir. Y me entristezco.
Final de la tarde. Mates con facturas, bizcochitos y masa secas en lo de Gonzalo. Con el Tano, Guadi, Maru, Pipi, Gonzalo y Guada. Hablamos del entrenamiento, del tetra, de la maratón de invierno. Gonzalo y Guada ¡corren el Tetra en equipo! Un equipo mixto que va dar que hablar: "Sí, mi amor". No podrá correrlo en la categoría individual pero Gonzalo, mi entrenador, correrá igual, con su amorosa esposa, que lo acompaña y lo apoya en todo. Más aún, estando ahí tanto mi entrenador como el entrenador de mi entrenador (vuelvan a imaginarse lo grosso que es), diseñaron una rutina de gimnasio para que pueda hacer en mi casa, las tardes que cuido a Olivia.
Y entonces la tristeza se esfuma.
Tiempo: 1h 47m
Distancia: 17 k
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Lucas me anotaste en la carrera? Lle go con mala preparacion pero me copremite a correrla y lo voy a hacer, ademas porque me encanta entrenar y tener un objetivo. Me puedo anotar en la comilona? Otra voy a correr el tetra de Esquel creo que en equiopos y si no me largo solo.despues de la maraton me pongo las pilas con el kayak y la bici.
ResponderEliminarSaludos
Yeti
¡Qué grande Yeti! Sí, ya estás anotado en la Maratón de Invierno. Ahora, el cuento ese de que no estás preparado no me lo trago... vas a venir a ganarme. Para que no puedas hacerlo es que me estoy preparando. Y vos preparate para correr por un lugar espectacular. La carrera se viene con todo. Los organizadores están haciendo un trabajo notable y esta carrera crece cada día más. Che, decile a tu entrenador, Loli Roberts, que está invitado a correrla. Que confirme su presencia...
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